El oficio
Hace poco tiempo, José Manuel Díez escribió una entrada en su blog en la que hablaba sobre uno de sus géneros (subgéneros, podríamos llamarle: las entrevistas -literarias-) y yo me puse a pensar que llevo exactamente los mismos años desempeñando el oficio que disculpándome por el oficio que elegí. Hoy debería haber entrevistado a otro escritor, pero (des)afortunadamente, no ha habido manera de hablar con él.
Le doy vueltas desde que lo leí, la verdad. Egocéntrica que es una, siempre me he preocupado más por lo mal que lo paso yo cuando tengo que entrevistar a alguien que por cómo puede encontrarse la otra persona. Qué pensará. Porque, vamos a ver, yo he entrevistado siempre a gente a la que no he leído (salvo uno o dos honrosos casos, pero a ésos los busqué yo con cualquier excusa) y, más aún: a gente a la que no tengo maldita la gana de leer.
Llevo seis años disculpándome por el oficio que elegí. A estas alturas comienzo a disculparme por la manera de ejercerlo...
8 comentarios:
Supongo que todos nos pasamos la vida disculpándonos con nosotros mismos y pidiéndonos perdón por elegir lo que elegimos. Porque si hubiéramos escogido otra cosa quizá nos iría mejor.
¿Quién puede saberlo? No te diré que no lo hagas, sólo que los demás también lo hacemos. No estás sola xDD
Un besote
Yo estuve ocho. Abandoné. Hoy estoy perdido. Pero con esperanza. Y ni un sólo día me he arrepentido de la decisión que adopté.
Un beso
¿Periodista también, platinum?
No, periodismo no. Pero lo conozco bien, hay en mi familia un periodista. Mi trabajo se asemejaba mucho al de un periodista en muchos aspectos aunque no tiene nada que ver. Me hice exactamente las mismas preguntas que tú, mis últimos años fueron una permanente disculpa por el modo de ejercerlo forzado por mil circunstancias. Fue mi oficio y mi vocación, aunque no conseguí evitar que me abrasara. Ya te digo, jamás me he arrepentido de abandonarlo ni siquiera un poquito. Finalmente entendí que estar mal siempre puede ser una opción elegida aunque nos parezca obligada. Y siempre, siempre se puede optar por cambiar.
Un beso
Mi trabajo se asemejaba mucho al de un periodista en muchos aspectos aunque no tiene nada que ver. Intrigaíta me tienes.
El texto era producto más del cansancio que de otra cosa. Para explicar qué es esto, por qué se trabaja así, qué legitimaciones hay... necesitaría mil entradas del blog y, total, ya lo han hecho otros antes que yo (hay un magnífico monográfico de Le Monde Diplomatique sobre el tema). Era una medio reflexión sobre otra reflexión que escribí como respuesta al texto que enlazo. Creo que se ha entendido que estoy mal en mi trabajo o con el trabajo que elegí (y que me dieron) y nada más lejos. A mí esto me gusta. Me gusta mucho lo que hago. Supongo que también y sobre todo es porque me ocupo de las tres únicas áreas que me interesan en esta vida (políticas sociales, educación, cultura). En definitiva, que no quiero dejarlo.
Lo que me da que pensar es eso: que llevo años disculpándome por ser periodista y últimamente comienzo a darle a todo el mundo explicaciones de las circunstancias en las que se desarrolla mi trabajo...
Como periodista vocacional que ha dejado la profesión que ama (y que seguirá siendo periodista hasta que se muera, ejerza o no), quiero aportar mi granito de arena a esta reflexión.
La primera,nunca te disculpes por lo que eres o haces. Nadie se merece que lo hagas porque nadie es mejor ni peor que nadie (por mucho que nos vendan otra cosa). Ni siquiera merece la pena disculparse por cómo ejerces (aunque yo también lo he hecho, pero más por vergüenza que por otra cosa), porque sólo lo entendería alguien que esté como tú y el resto pensará que son milongas (lo sé por experiencia propia).
En segundo lugar, ¿por qué tienes que disculparte por ser peridista? Sabes también como yo que eres feliz, que lo hemos sido incluso currando las catorce horas diarias los seis días a la semana y escribiendo de basuras... Uno no debe disculparse por ser feliz, debe alegrarse por hacer lo que le gusta, aunque sea de mala manera porque no te dejen.
Y, por último, me arrepentí mucho de dejar de ejercer de periodista (ya he dicho que serlo, lo seré hasta que muera), pero me duró el tiempo de aprobar la oposición. Ahora lo que lamento es no haber tenido tu suerte (esto es envidía de la sana ;D) y no tener otra visión del periodismo para haber seguido dejándome machacar, pero escribiendo...O sea, que no lamento nada.
En fin, que se trata de estar orgulloso de ser periodista, sobre todo si se tiene la ética de quien yo me sé.
El problema en este país es que todo el mundo tiene una idea exacta de cómo deberían hacer su trabajo LOS DEMÁS. Como pmiemnbro de un gremio menospreciado, vapuleado y vilipendiado a diario te digo: solo tú sabes cómo tienes que hacer tu trabajo y lo que supone hacerlo a diario.
No pidas disculpas ni te justifiques. Aquel que te pida cuentas, que primero intente rendirlas, estudiando lo mismo que has tenido que estudiar tú y haciendo lo mismo que tú haces durante una temporadita. Si no, no hay derecho a exigir ningún tipo de explicación.
No admitas reclamaciones.
Adoraba mi trabajo. Me encantaba. Creé mi propia empresa con varios socios para poder desarrollarlo plenamente y funcionó. Sigue haciéndolo hoy. Fue en su día una empresa pionera en su sector. Ya te digo, fue mi oficio y mi vocación. Realmente, no fueron ocho años, como te he dicho antes. Tras once años de funcionamiento, me mató el estrés que me generaba el exceso de trabajo y responsabilidad, pero sobre todo ese otro estrés provocado por eso mismo que tú dices, empecé a pedir y a pedirme disculpas por todo, a tener que explicar demasiadas cosas, a justificarlas. Tampoco quería irme por nada del mundo, ni se me pasaba por la cabeza. Ese trabajo era mi vida. Aguanté cinco años más. Y tras 16 años, me fui.
No te estoy sugiriendo que hagas lo mismo. Simplemente te traslado mi comprensión, porque creo que puedo saber con bastante exactitud cómo debes estar sintiéndote por ello. Y sólo puedo decirte que controles y hagas algo a tiempo porque eso cambie. Te puedo asegurar que cuando debes decidir abandonar sin haber querido hacerlo nunca porque te encanta lo que haces, duele mucho. Y eso a pesar de que sin duda en mi caso, fue una decisión muy acertada.
Un abrazo
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