Internet I: Debate
Comencé a usarlo en la Facultad, hace más de diez años, cuando todo el mundo se maravillaba de los prodigios del invento y casi no se oían voces hablando de regulación y de control. Después perdió el asombro de los primeros días, todos esos textos interesantes a sólo un clic y luego comencé, como hacemos siempre, a reducir el círculo. He conocido a mucha gente: algunos fugaces, porque el medio se presta a fogonazos intensos de tres días y otros que permanecen seis años después, aunque nunca nos hayamos visto las caras y y jamás vayamos a vérnoslas. Me adentré en el mundo de los foros, pasé años en uno en el que todos los participantes eran hombres y me sacaban una década y hubo pérdidas y encuentros. A la mujer que más admiro, una rubia guapísima que me regala libros cada vez que me ve -Mújica Láinez, Marco Aurelio, Tanizaki, Amos Oz, Sor Juana Inés de la Cruz-, la conocí hace más de un lustro en un chat hablando de Pessoa y el miedo a las relaciones. Cuatro meses después nos cogíamos nuestra primera borrachera de palabras en la plaza de Chueca. De otro tengo tres cuadros en mi casa, me lleva 38 años y es una de las mentes más lúcidas que me he encontrado jamás, hasta el punto de que, en todos los momentos en que ha ocurrido algo medianamente grave en el mundo, no siento que tengo todos los datos hasta que no hablo con él una hora y media. Nos encontramos debatiendo, tuvimos nuestros menos y nuestros más y me dibujó, antes de verme, con una paloma libre en un ojo y un yin y un yang en la pupila izquierda. Vive en Barcelona y espero no tardar cinco años en volver.
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