viernes, 25 de mayo de 2007

La sobria ebriedad

Cuando era pequeña, en el tiempo que mi madre compraba, yo me leía un libro -Enid Blyton la mayoría de las veces: a esa mujer habría que ponerle una calle en cada ciudad-. Ahora ya no lo hago, porque el 99 por ciento de los títulos que veo en los grandes almacenes no me interesa lo más mínimo y porque la que compra soy yo y voy con el tiempo justo. Pero hoy he cogido uno de entrevistas de Jesús Quintero, que caerá el viernes porque Mª Ángeles y Vicente lo tienen en el escaparate, y me he detenido en la de Antonio Escohotado. No la he leído entera -postergación del placer manda: Huici fue el primero que me dijo que era un síntoma de madurez y desde entonces creo que es el único que tengo-, pero me ha llamado la atención la defensa que hace de la sobria ebriedad. A Escohotado se le conoce sobre todo por sus libros sobre drogas, que algún día me compraré a ver si son más accesibles que ese "Caos y orden" que tengo cogiendo polvo desde hace ocho años en mi habitación, porque lo abrí, leí el primer capítulo, no me enteré de nada y lo abandoné para un mejor momento que aún no ha llegado. Los medios de comunicación (la tele, más bien) le llaman sobre todo para hablar de ese tema, o únicamente para hablar de ese tema, generalmente en mesas redondas en las que todo el mundo vocifera y él tiene que callarse porque jamás interrumpe a nadie cuando habla. Quitarle la palabra a alguien es el ejercicio de violencia más común que todos cometemos y uno de los más graves, aunque no vayamos quemando autobuses ni materialicemos las ganas de matar a alguien que nos asaltan dos veces al mes o al día. Hace mucho que no lo veo en uno de esos programas que él llama "manipulados" y con razón: los productores, los editores, o quienes quiera que sean quienes eligen a los contertulios, deberían saber que no se pueden mezclar churras con merinas, pero en este país de mediocres acomplejados la opinión de cualquier mindundi sin oficio, beneficio, inteligencia ni cultura vale más que la de Kierkegaard. A mí me hubiera gustado oírle hablar antes de Aristóteles que de la heroína (quizá porque, después de cuatro años con toxicómanos, mi opinión sobre cualquier droga la tengo más que clara), pero Quintero también le preguntaba sobre eso, a raíz de un incidente que tuvo en Argentina por el que lo acusaron de apología del consumo de estupefacientes y lo pusieron en busca y captura. Es un tipo interesante, Escohotado, con una de las voces más bellas del mundo -Calamaro contó con él para una canción-. Y lo de la sobria ebriedad es una definición bastante clara de lo que considero como disfrute. No tengo el libro a mano, pero decía algo así como que la sobriedad permanente es dolor. Hace mucho que no me tomo una copa con alguien, pero siempre me he emborrachado sobriamente -y voy a hablar de drogas legales, que a estas alturas ya no sé quién lee esto-. Siempre he controlado todos y cada uno de mis actos y lo que más me desinhibe en el mundo, además de una cama en la compañía adecuada (bueno, nunca he tenido compañías inadecuadas en una cama), es un baile con Pupe, ya lo dije. Pero sí hablo más, o hablo mejor, o no importa quién escuche, o no importa la nueva imagen que se forje de mí quien está enfrente. Eso sí me lo da una copa de vino, además del brillo mareoso en los ojos, y esa sensación -aquí estoy yo, entera, cuarto oscuro al frente- sí que me gusta. Suntzu lo llamaría "bragas colgando". No deja de ser un buen símil.

5 comentarios:

Suntzu dijo...

Yo me apunto a lo de la sobria ebriedad. La verdad es que yo la alcanzo enseguida, porque con mi complexión y lo poco que suelo beber, cojo el puntillo enseguida. Y la verdad es que no está mal desinhibirse (con alcohol, con música, con compañía, con lo que se tercie) de vez en cuando. Y me quedo con la recomendación de Huici... Qué maravilla de hombre...

Isabel Sira dijo...

Pues, para consolarme, voy a pensar que yo llevo la sobria ebriedad siempre conmigo, porque ya sabéis que no bebo, pero que me deshinibo sin problemas. De hecho, no sé qué más podría hacer si cogiera el puntillo, así que, mejor, no haberlo probado ;)
Eso sí, me apunto a lo del baile con Pupe; contigo, unaexcusa; con suntzu y con alguno más que anda por ahí...

Hatt dijo...

¿Enyd Blyton era la de Los Cinco?

Por cierto el concpeto de sobria ebriedad lo podría firmar Sabina.

Isabel Sira dijo...

sí, es la de los cinco y torres de malory, y algún otro.

UnaExcusa dijo...

Suntzu, yo elegí la bebida para ejemplificar lo de la sobria ebriedad... y desde luego que Escohotado se refiere a todas las sustancias. Pero también a la desnudez, supongo: a la locura. Estoy harta de corsés... Por eso da igual, Arwen, que no bebas. Porque tú eres ebria. Hatt, Enid Blyton sí era la de Los Cinco, Los Siete Secretos, Torres de Malory, Santa Clara y tropecientos mil libros más... que yo leía y releo.