Nada que decir
A veces la poesia se queda a medio camino
se niega a desplegarse y coagular
se manosean las mismas palabras
gastadas, ajenas, impotentes
un collage de hojas amarillas
un repetirse a si mismo hasta la náusea
un no decir por miedo
a decir demasiado
y que eso duela hasta lo insoportable
a sentir las verdades hasta la empuñadura
y ni siquiera poder rozar esas verdades
no poder respirarlas
a quemarse los labios
a desgarrarse la garganta
a lacerarse los ojos
y quedarse sin piel y sin carne viva
petrificado
a no ser
y resbalarse en brazos de la muerte
que complete la tarea
y proporcione el alivio final
aboliendo esa esperanza
esa llamita vacilante
fuego fatuo
centella
puerta incandescente
del infierno tan temido
y entonces recurrimos a todas las trampas
para postergar la vida
hasta que la muerte
sin importar la espera
el paréntesis gris y vergonzante
nos acoja en su tibio regazo
No sé su nombre real. En DXC le decimos, se dice a sí mismo, Tragamuvis.
4 comentarios:
Su nombre, si me permite mencionarlo, lo comparte con Borges, sólo que él tiene sólo el primero ;)
Precioso poema.
Supongo que te lo permitirá... aunque dudo mucho que lea este blog...
Para no tener nada qué decir, has dicho mucho y grande.
Un placer conocerte.
Abrazos.
Un placer el mío: me bebí tu blog en cuanto lo descubrí...
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