domingo, 24 de diciembre de 2006

Navidad

Me gusta la Navidad. Es toda una declaración de principios, porque a los modernos, cultos e intelectuales no les gusta la Navidad. Pero a mí sí, desde siempre. Y deseo Feliz Navidad a todos y feliz existencia y feliz año nuevo, lo mismo que doy la bienvenida al otoño (aunque sólo se la dé a una persona). Me encantan las luces horteras por las calles, el olor a castañas asadas, los preparativos, poner un polvorón para los Reyes Magos en la mesa y los zapatos debajo del sillón (el agua para los camellos ya pasó a mejor vida), escuchar villancicos de niños repipis por la calle y rescatar los del folclore extremeño, en castúo, y el rito (paterno) de cantar Las Doce Palabritas, porque tardamos años en aprenderlas y hay quien todavía ni se las sabe. Y los mariscos de una vez al año, las zapateiras, la llegada de los que viven lejos, preparar la cena, sacar el vino, comerse las uvas sin piel ni pepitas, quedarse otro año en casa (o ir a casa de Raquel) en Nochevieja porque yo no pago 8 euros por cubata de garrafón en ningún bar porque no me da la gana (y además ningún año tengo ropa apropiada que ponerme para la ocasión ni me la voy a comprar). Y la Noche de Reyes, así en mayúscula. Comprar los regalos, gastarte una pasta (que este año sí tengo, menos mal), madrugar ese día... Y esta vez será de lujo, porque dormiremos todos en casa después de años sin estar juntos.
Así que Feliz Navidad.

Imagen de Thomas Nast

viernes, 22 de diciembre de 2006

Foto


Miro una foto. La ven mis compañeros. La comentan. Es un gesto muy tuyo. Estoy doblada. Partiéndome de risa una noche con amigos.

Pa' dentro

Nunca le oí dar un discurso tan largo y el silencio ayudó, pero no vale ninguno de mis poderes con él. Hay quien es pa' dentro. Hay quien prefiere escuchar sin dar información y quien se da, cuando se da, muy poco a poco. También hay quien habla sin parar sabiendo bien que no dice nada, porque no quiere.


De repente llegas a un sitio y las imágenes del principio se diluyen. Podríamos no bucear en lo que somos. Pero un encuentro llama a otro encuentro y al final la vida se comparte. Se comparte durante los trayectos en coche, en los desayunos, las cenas o los cafés a destiempo. Quizá se adivine más lo que uno calla que lo que cuenta, pero el silencio nunca fue buen compañero de relación alguna. Y, mientras una habla, intenta tejer los hilos que la unan, sin conseguirlo más que algunas pocas veces. Ampliando los círculos para estresarse con el ocio, con todos los planes posibles, con el deseo de nuevas charlas, con la intuición y con toda esta historia de negaciones, porque volverá a haber kilómetros, como siempre y para variar, y porque algunos tienen la capacidad de pasar de puntillas, sin hacer ruido. Hasta que un día te das la vuelta y los ves ahí, observándolo todo.

A Óscar

Imagen de Griffinlady

Piel

La piel es capaz de rugir antes de que lo haga la boca. Comienza a picar, en el escote, y con el filo de las uñas, de los dedos, casi sin darme cuenta, pero a la vez muy consciente, acaricio el cuello desde la base y bajo. Porque la piel se eriza, reacciona y se levanta. Avisa del ataque antes que yo, o lo espera.
No creo que escapemos si alguna vez surge.



Imagen de Carla van de Puttelaar


sábado, 16 de diciembre de 2006


Me apetece siempre.
Cuando te leo, también lo necesito.
Madrid.
Compartir una botella y mucho humo.
Compartirte.
Pagar la cuenta.
Emborracharnos.
Que me abraces mientras duermo.
Bailar saltando.
Escucharte la voz y la mirada.

Resaca


Cambié tacones por botas, abrazos, piropos, bailes, ron, fotografías, exuberancia, desinhibición y unas irresistibles ganas de ser, por fin y de una vez, completamente gamberra.

viernes, 15 de diciembre de 2006

Fiesta


Hoy cambio unos tacones por impactar; por una borrachera; por unas risas; por dos miradas. Y hasta por besos.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Yo misma fui mi ruta




















Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisora
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.

A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.

Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la espresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.

Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí la vida…

Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.

Julia de Burgos

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Masculino plural

En mi vida siempre habitaron hombres. Desde los inicios. Hubo quien nos enseñó a jugar al hockey. Hubo un primer amigo. Hubo amores imposibles de niñez -Dios mío, cuánto tiempo ha pasado-. Hubo dos por quienes celebré los 24 de marzo como el día de mi llegada a la Badajoz temida, haciendo novillos en el instituto para ir a desayunar. Hubo un primer amor a los diecisiete (a veces todo pasa a los diecisiete) y otro dos años más tarde, con quien hace una década que no hablo pero que siempre pregunta por mí. Hubo pintores y poetas -quién no tiene amigos pintores o poetas en la Facultad-. Hubo quien me enseñó que, cuando uno se pasa la vida haciendo maletas, siempre tiene la prudencia de guardar una mano para agarrarla fuerte. Hubo un flechazo a primera vista y una relación que comenzó una carta y que continúa hoy. Hubo un piso franco en la calle Tintes, sin café, sin leche y sin azúcar -¿recuerdas?- pero con muchas charlas de cama y muchos abrazos. Hubo un yonki, atracador a mano armada, enfermo de SIDA, que me mostró que no todas las experiencias valen. Hubo otro yonki con un perro hermoso que venía flechado si me veía. Y otro más, que me descubrió cómo saben los besos. Hubo un fraile que ya no lo es y que me salvó la vida más veces de las que puedo recordar. Hubo un profesor que me habló de libros delante de un plato de comida y del valor de adoptar una forma de ser aunque vaya contracorriente. Hubo varios maestros: quien me enseñó el valor del camino hacia el Ser y quien confió en que yo podía hacer las cosas de tal manera que me sintiera orgullosa de mí. Hubo quien me construyó de nuevo a los 25, sin habernos visto las caras nunca y sin que haya visos de que un día le conozca la voz y la risa. Hubo sexo cada año a partir de los 28: con un desconocido que ahora es colega, con un amigo que dejó de serlo, con un deseo alcanzable quién sabe si sólo una vez. Hubo parejas de amigas que ya no son sus parejas, y un hermano que es también amigo, y los amigos de ese hermano que son hermanos también. Hubo un militar de ojos azules, un sindicalista, un legionario y un compañero allá en Melilla. Y un escritor guapo que me regaló un anillo que no me quito desde entonces. Y otro que vuelve, como si no hubiera pasado el tiempo ni nos separara el mar. Hubo quien supo de amigos contingentes. Hubo maridos de amigas. Hubo conexiones brutales que duraron dos años y recuerdos. Hubo con quien hablé de política y sexo guarro hasta las seis de la mañana todos los días durante meses. Hubo un diseñador coherente, estable, amoroso, que me dio palabras, cenas y paseos. Hubo un copistero amante del cine y las confidencias. Hubo una casa acogedora en Sevilla, por un amigo común de ojos verdes con quien hablé una vez 29 horas seguidas. Hubo quien se materializó después de cinco años gracias a unos billetes de avión que me regalaron. Y quien no se ha materializado todavía porque me queda conocer Valencia aún. Hubo con quien compartí piso un año. Hubo un amor a primera vista una noche de karaoke y borrachera que sigue siendo un amor. Hubo dos dependientes que me guardaron libros, revistas y cómics.

Los hay que están todavía. Los hay con los que ya no pueden ni la incomunicación, ni la distancia de meses, porque siempre habrá un reencuentro de decíamos ayer. Los hay que son nuevos descubrimientos asombrosos que me cuidan en esta ciudad en la que sólo hay relaciones laborales. Los hay que me desmontan todos los mitos masculinos que enarbolan las mujeres que no han conocido más hombres que sus parejas (aunque ellas piensen que mis amigos son raros). Son hombres/nombres clave. Me definen y me anclan y me recuerdan que siempre les necesité, en esta vida tan poblada de mujeres que llevo ahora, porque la mayoría de mis hombres viven lejos. Algunos se marcharon, o los eché, que es lo mismo. Pero otros siguen, incansables, hablándome de lo que son, lo que quieren, lo que esperan. En eso, como en tantas otras cosas (siempre lo digo) he tenido suerte.

Fotografías de Robert Mapplethorpe.

lunes, 4 de diciembre de 2006

Barcelona

Prometo no tardar cinco años en volver. Y lo prometo porque dos días son pocos, poquísimos, para apresar nada de una ciudad como ésta. Me recordó a Madrid. Me recordó a Madrid quizá porque me sentí igual de cómoda que en esa otra ciudad que recorro tanto. Visité curvas y un mercado, lleno de frutas exóticas e insípidas. Paseé. Paseamos. Nos reímos. Arreglamos el mundo.

Y tuve mi ración de descubrimiento. Una cena compartida, unas copas, vino (anotado para la posteridad: Ribera del Duero, Pago de Carraovejas), de charla. De constatar lo que ya sabía. Que, después de un lustro telefónico, Internet, el móvil y el cara a cara no difieren un ápice...


Barcelona ha tenido colores. El de los árboles, los rojos de la casa de Tania y Óscar, la noche cayendo a las cinco de la tarde, el crisol de gentes caminando por las Ramblas, el de los azules y rosas de La Pedrera o los lilas y mares de la Casa Batlló.




Sensaciones. La sonrisa de un anciano que me explicó a Gaudí. La honestidad de un taxista que me dejó en la puerta y apagó el taxímetro y me contó su vida. La de quienes alternaban el catalán y el castellano, hasta que me descubrí diciendo "deu", "bon día" y "gracies". El cansancio en las piernas. Querer andar más, apresar más, y no poder.



Y Gaudí. Que nos ha quedado la sensación de que Barcelona no existía antes de que él llegara, porque hay otras Barcelonas que no hemos podido ver.

Necesito más días en ese lugar...

viernes, 24 de noviembre de 2006

Reto

Es lento, dice, y quizá cuando escriba no le entienda, si es que no tarda seis meses. Es capaz de arrollarme y por eso sólo le intuyo. Por eso y porque nunca podemos apresar del todo a nadie. Suscita preguntas. Me inspiró un texto que nunca escribí. No hay historia, sólo encuentros fugaces, con la complicidad que da el saber que alguien a quien respeto -una mujer clara y poderosa- le eligió para caminar hace años. Con esos retazos le construyo, moldeo la imagen y la rehago o la amplío con cada nueva charla. La disconformidad, la contundencia, las sensaciones, la cercanía, la forma de mirar. El juego de la observación, para el que nunca he valido. Quizá él tenga más suerte, con toda la complejidad que somos. Al menos sabe explicar, explicarse, apasionarse.


Escribir es sólo una manera. Una, entre tantas, de salir de uno y mirarse al espejo, de ahorrar dinero en psicólogos y terapias para las que ya sabes la respuesta (que es siempre tú mismo); de crear lo que se pueda y como se pueda, con más o menos acierto. De descubrir lo que no habías podido contarle a nadie. De exorcizar. Puede que sea una forma de egolatría, pero de eso ya no estoy tan segura. También puede ser un regalo. Para quien no sabía de lo que eras capaz. O para ahuyentar las sensaciones de jubilado, de vida cumplida, que te llegan a los treinta, cuando sabes que no quieres estar, pero el donde quieres estar se te niega. Quizá le sirva. Aunque tarde en encontrar el primer texto o quiera decirlo todo y no sepa la manera.


O sí. Hay un cauce de ideas ordenadas en su cerebro. Un punto de cabreo y una pizca de ironía. La capacidad de pensar más allá, de contarlo cronológicamente, enlazando una palabra con otra, como si narrar bien -si narrarse bien- fuera lo más fácil del mundo. Y zozobra escucharle, porque te quedas sin nada que decir y con la sensación -o con la certeza- de que atender a lo que dice será más fructífero que hablar. Me aprovecho, cuando sea. Y crezco. Y disfruto. Al fin y al cabo, en lo que a relaciones se refiere, eso es lo único que importa.

Por alusiones

No espío la felicidad de calabaza alguna, ni interpreto lo que desconozco (a quien desconozco), ni me importa saber o no saber, salvo hasta un punto. No la felicidad de la cabaza, sino la tuya. Soy explícita. O la suya (y leo porque me gusta lo que leo, y me gusta la manera de contarlo) en tanto en cuanto tenga que ver con la tuya y participe de ella. Más no. Lo puedes llamar espiar o lo puedes llamar asistir. Asisto -espío- los estados de ánimo, las canciones y las palabras rojas que escupe alguien que me salvó. El mismo con el que comencé a jugar una noche borde, a ver quién puede más y dice la burrada más gorda, hace más de seis años, en un bar que se llamaba La Vaca y que estaba en Melilla y ya no existe. El mismo que me escribía poemas donde todo era sorprendente y me hablaba, también con versos, de los amigos que se iban cuando quien abandonaba la ciudad -todas las ciudades- era yo. El mismo con el que me emborraché de Cune; el que asistió a mis cabreos por falta de pelas (y me los solucionó), por el paro, por las pérdidas. El mismo que me espoleaba. El mismo que lanza(ba) palabras como cuchillos. Al que dediqué un texto que se publicó. El mismo de Melilla, Badajoz, Sevilla, Lisboa. El mismo en Madrid.


El que ahora desconfía.

El que piensa que acecho.

El que supone que quiero su dolor.

El que opina que desgarraré la piel dañada que le pertenece.

El que no concede, al cabo de tanto tiempo, el beneficio de la duda.

El que duda de la trama con la que nos construimos, ambos.

El que cree que no hay interés. Que sólo es puro gusto de espiar -de asistir-. Para reír, quizá. O para yo qué sé qué.

El que no se lo creerá, porque es más cómodo el miedo y es más cómoda la rabia.

El que desconoce que, para mí, dos sólo es la suma de uno más uno. Individuos. Independientes. Imprescindibles. El que no lo sabe, a estas alturas.

El que me duele. El que consigue -a mí sí- desgarrar la piel y el corazón. Realmente. No con la suposición de lo que otra pensará, espiará, escribirá o señalará con el dedo.

El que se equivoca. De lleno y brutalmente. Nunca entré en ese juego: porque nunca lo hubo. El que no lo admitirá.

Para qué.

Estaré

Yo estaré cuando él se vaya, cuando todos ellos se vayan. Estaré cuando aparezca la rabia, cuando no puedas analizar los sentimientos, cuando te mate el lugar en el que vives. Estaré en el principio y estaré si hay un final. A la sombra y en las tormentas. No es una intención. Es un hecho. Estaré si te divorcias, si tienes hijos, si deseas huir hacia adelante sin pensar; si sientes que se te han caído los años, uno detrás de otro, al lado de la persona equivocada. A pesar de la locura, del dolor y de la alegría que ciegan. A pesar de la vida misma, de la autodestrucción, de todos los momentos en los que no te guste lo que eres, ni lo que ves, ni lo que eres capaz de crear.

Estaré, pero a lo mejor no te gusta mi manera. Porque quizá no veas si necesitas silencio, opinión o preguntas. Porque lo querré todo y lo querré ya. Porque te zarandearé cuando tú no tengas tiempo, ni ganas, y no sabré abrazarte ni dejarte espacio. Y porque, como siempre, ya lo sabes, porque ya lo dijo Dickens, siempre es la persona que no se halla en el trance la que sabe perfectamente qué hay que hacer y la que lo haría, sin duda.

Pero estaré.

domingo, 5 de noviembre de 2006

Cotidianeidad

Ahora no me hace falta un inventario de motivos contra la desilusión. Aunque seguirían estando, si lo hiciera, el mar de Caria, y los cafés a destiempo, y los libros. Puedo sentir que tengo las riendas, poco a poco, sin gritarlo mucho (no vaya a ser que se desboque). Hago planes. No me privo. Disfruto. Me dejo acunar. Ha llegado el otoño. Con su chocolate fundido, sus castañas asadas, su lluvia intermitente, los charcos, el frío, el brasero, las mantas de sofá, el edredón calentito; el rito de sostener, entre las dos manos, una taza de café; las charlas somnolientas, la noche interminable, las hojas caídas. Llega noviembre, el mejor mes del año, porque anuncia muerte y renacimiento. Porque cumple un ciclo. Porque ya no recuerdo qué hice el resto de los noviembres de mi vida, pero sí las sensaciones, mojarme con las primeras lluvias, buscar un refugio...

domingo, 29 de octubre de 2006

Consumiendo

Que me va a dar por hacer publicidad a estas alturas...
Hemos cambiado el ideal de la consumación por el de la consumición. La frase no es mía. Es de Manuel Ángel Vázquez Medel que ha sido (junto con algún otro) el mejor profesor que he tenido nunca.
Asumo que consumo. Y, desde que gano dinero, consumo aún más.
Pero, por primera vez, tengo conciencia del poder que tenemos como consumidores.
Y como recicladores (aunque, para eso, deberíamos tener todos los contenedores en el mismo sitio: ya están, al menos en Extremadura, los de plástico y los de residuos orgánicos, pero no los de pilas o papel: para eso hay que irse a los Eco Puntos, que suelen estar bastante alejados).
Así que sí: me va a dar por hacer publicidad.
Si alguien conoce alguna empresa más o alguna ONG más, que me lo haga saber...

domingo, 22 de octubre de 2006

Quiero bailar contigo

Me buscas y te busco. Te busco mientras tiemblo. No existen las palabras. Quiero bailar contigo.

Te aprendes mi piel. La piel que no sabía que era mía. Observas mis reacciones. Quiero bailar contigo.

Tu cabeza en mi vientre. Mi pierna entre tus piernas. Mi mano en tu espalda. Quiero bailar contigo.

Susurro tu nombre. Tú gimes el mío. Quiero bailar contigo.

Me refugio en tu brazo. Me abrazas la barriga. Quiero bailar contigo.

Me acaricias con la palma abierta. Con la punta de los dedos. Quiero bailar contigo.

Aprendo tu olor, tu sabor, tus lunares. Los dibujo con mis yemas. Quiero bailar contigo.

Me lames el cuello. Me indicas que confíe. Permanezco inmóvil. Quiero bailar contigo.

Escucho tus latidos. Recuerdo sus ritmos. Quiero bailar contigo.

Se mezclan nuestros cuerpos. Compartimos chocolate. Quiero bailar contigo.

Me embistes y sonrío. Quiero bailar contigo.

sábado, 21 de octubre de 2006

A favor de tu piel

A favor de tu piel,

tengo de testigo la luna,
jugué mi inocencia,
gané tu locura.

Derechito al Edén,
sin paradas y sin regreso;
si esperan tus besos,
quién para ese tren.

A favor de tu piel,
que aprendí mejor que la mía,
llené mi cuaderno
con tu geografía.

Se borró la ciudad.
Ya sólo eras tú mi paisaje,
mi sur, mi viaje,
mi punto final.

No hay un sitio mejor,
preso y a tu merced,
yo rendido a favor
de tu piel.

A favor de tu piel,
de todos los mundos posibles,
viví entre tu pecho
y tu boca infalible.

Te podría tocar
con los dedos de la memoria.
Contar nuestra historia
lunar por lunar.

A favor de tu piel
ahora ya sin prisa ninguna
pasé aquella noche
de las mil y una.

Pero no pudo ser.
Se perdió un pasaje del cuento,
un golpe de viento,
un no y un por qué.

El poniente sopló,
mi fortuna se fue
y rendido a favor de tu piel.

No hay un sitio mejor,
preso y a tu merced,
yo rendido y a favor de tu piel.

Si hay un sitio mejor,
no lo quiero saber:
yo rendido a favor de tu piel.

Javier Ruibal

Cuestionario de elPadrino, distintas versiones...

Cantante o grupo elegido: Joaquín Sabina
¿Eres hombre o mujer?: Con un par
Descríbete: Resumiendo
¿Qué sienten las personas acerca de ti?: Nos sobran los motivos
¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental?: Todavía una canción de amor
Describe tu actual relación sentimental con tu novio/a o pretendiente: Un día sí, cuarenta no
¿Donde quisieras estar ahora?: Pongamos que hablo de Madrid
¿Cómo eres respecto al amor?: Tan joven y tan viejo
¿Cómo es tu vida?: Como un explorador
¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo?: Ganas de...
Escribe una cita o frase sabia: Esta boca es mía
Ahora despídete: Adiós, adiós





Cantante o grupo elegido: Javier Ruibal
¿Eres hombre o mujer?: Cosas mías
Descríbete: Darse a vivir
¿Qué sienten las personas acerca de ti?: Pensión Triana
¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental?: Cualquier canción que viniera
Describe tu actual relación sentimental con tu novio/a o pretendiente: Y la noche afuera
¿Dónde quisieras estar ahora?: Guadalquivir
¿Cómo eres respecto al amor?: A favor de tu piel
¿Cómo es tu vida?: Para llevarte a vivir
¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo?: Traeme canciones
Escribe una cita o frase sabia: Lo que me dice tu boca
Ahora despídete: Dame tu boca




Cantante o grupo elegido: Andrés Calamaro
¿Eres hombre o mujer? Paloma
Descríbete: Todo lo demás
¿Qué sienten las personas acerca de ti? Nos volveremos a ver
¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental? Algo contigo
Describe tu actual relación sentimental con tu novio/a o pretendiente: El tren que pasa
¿Dónde quisieras estar ahora? El Tercio de los Sueños
¿Cómo eres respecto al amor? No me pidas que no sea un inconsciente
¿Cómo es tu vida? Nunca es igual
¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo? Quiero
Escribe una cita o frase sabia: No se puede vivir del amor
Ahora despídete: Buena suerte y hasta luego


Cantante o grupo elegido: Tracy Chapman
¿Eres hombre o mujer? I used to be a sailor
Descríbete: Paper and Ink
¿Qué sienten las personas acerca de ti? Open arms
¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental? Give me one reason
Describe tu actual relación sentimental con tu novio/a o pretendiente: Save a place for me
¿Dónde quisieras estar ahora? At this point in my life
¿Cómo eres respecto al amor? Tell it like it is
¿Cómo es tu vida? Bridges
¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo? Be careful of my heart
Escribe una cita o frase sabia: Heaven's here on Earth
Ahora despídete: Remember the Tinman





viernes, 20 de octubre de 2006

Noche oscura





















Noche oscura. Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.


En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!,
¡oh noche amable más que la alborada!,
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

San Juan de la Cruz.

Poesía

La poesía es para degustarla poco a poco, se parece a los buenos vinos, si tomas demasiado tiene el poder de embriagarte y luego resulta bastante complicado descender a la realidad. Una sobredosis de versos inflama el entendimiento, hace que chisporroteen los ojos y apasiona la lengua, por eso es recomendable ingerirlos sola o con alguien con quien tengas mucha confianza, para evitar que nos miren como si estuviéramos locos, ya se sabe que en estos tiempos que corren no se admite a ningún extraviado quijotesco, lo masacran al primer instante. Y, sin embargo, siempre encuentras buenos combatientes que desenfundan un soneto en cuanto tienen ocasión.


Marzo de 2002.

Noches

Recuerdo una canción. Una sola, difícil de conseguir, una que me trae memorias de ruptura y de encuentro. Es genial bailar contigo. Sólo me queda un bolígrafo de esos días, que robé para tener algo material a lo que asirme, aunque me hubiera quedado su olor, sus manos, su saludo recurrente, mi temblor de piernas, el descubrimiento de un cuerpo evolucionado y cambiante.

Conocí a alguna gente a destiempo y en un lugar equivocado. Supe que no podía ser, que nada podía ser, y me resistí. Me enredé en historias inacabadas. No quise pensar -no quiero pensar- si habría -si habrá- una segunda vez, una tercera, o un hasta cuándo.


Me resisto. Es genial bailar contigo.

miércoles, 11 de octubre de 2006

Criaturas











Hay palabras que van y vienen de uno a otro lado
casi sin notarse, como la luz unta el día,
cumpliendo un pacto antiguo.
Hay palabras que languidecen igual que amores
que decaen, tristes, en anemia o burocracia,
fatigados de pérdida.
Hay palabras que se comprenden en los severos
dominios del invierno, palabras malheridas,
infaustas cortesanas en los fueros de un rey cruel.
Hay palabras como fúnebres farsas o sombras
sin figura o guiñapos en las fauces de cachorros,
palabras vencidas por su propio veredicto
igual que barcos que tan sólo trasladaran
enfermedades infecciosas de isla a isla.
Hay palabras que huyen en barcazas de ciprés
por el río de la misericordia, audaces,
prófugas, sin reposo.
Hay palabras como peces turbios en un lago
de dolor cristalino.
Hay palabras dulces masticando sal.
Hay palabras que son cisnes nadando aguas extintas.
Hay palabras como hormigas en el mar
que intentan alcanzar la tierra.
Hay palabras imantadas, clérigas de arcaicos
saberes, muy turbadoras palabras con alas
de perro, tan diestras en
hablar desde otro tiempo y nacer en este instante.
Hay palabras que golpean tenaces la puerta
de tu casa con la sombra de sus puños. Insisten,
como la lluvia sobre las lápidas insisten,
precisas, feroces.
Hay pecios del ruido del mundo, palabrería.
Hay palabras como palomas que se disputan
migajas de este cielo.
Hay palabras con nariz de payaso, palabras
como gafas de ver.
Todas, todas ellas devoran
implacables, cruciales, el país de lo sin nombre,
todas imponen su presencia arrogante, convierten
el oro del misterio en piedra pura.


David Eloy Rodríguez




... tanta palabra que no sirve
salvo para que me veas
con los dedos manchados de tinta y de ilusiones.

martes, 10 de octubre de 2006

Descanso

Ni edad ni salud para según qué. Ni siquiera para buscar, aunque querría buscar. Ni para hacerme el hueco, ni para confiar, ni para las traiciones. Por supuesto, no para el juicio; no para la persecución; no para la desgana.

Me gustaría volver a colgar cuadros. Encontrar poesías. Leer para mostrar. Ahondar para compartir. Ensayar. Mirar títulos de libros. Dejar de releer mensajes antiguos. Dejar de releer mensajes antiguos y tristes:


Per dissimular les llàgrimes que li queien
galtes avall va tancar el paraigua i va rebre
la pluja a la cara.

Joan Brossa.



No tengo miedo,
no tengo miedo de las cosas,
no tengo miedo de ninguna de las cosas.

M. Duras


O de leer, hoy como ayer, dos canciones entremezcladas de Andrés Calamaro:


Si supieras que me siento perdida
es como si supieras que tengo miedo
no te enojes conmigo
es como decirte:
Tengo miedo a llegar y que no estés aquí...


Pues eso: tengo miedo a llegar y que no estés aquí...

sábado, 7 de octubre de 2006

Rueda de prensa

El gallo Kiriko ha convocado una rueda de prensa esta mañana y no vean ustedes el revuelo que se ha montado en el gallinero. Han venido periodistas de todo el mundo, acompañados de sus directores, con cara de no haber dormido casi nada y un signo de interrogación escrito en la frente. Fijense ustedes si están nerviosos por la convocatoria de Kiriko que algunos incluso han traido hasta dos bolígrafos... cosa insólita en estos tiempos. De hecho, algunos que no fumaban han empezado a fumar otra vez y están ahora mismo en la puerta del gallinero fumando como si fuesen Jack Lemmon en aquella película: "Primera plana".

Es curioso cómo de repente una simple convocatoria de prensa, que es algo que los periodistas recibimos a montones todos los días, puede hacer que de repente salgamos de la rutina en la que estamos sumidos, de esa especie de dulce aletargamiento en el que te hundes con los años y de repente vuelves a saber por qué te metiste en esto, y vuelves a sentir la adrenalina que te invadía el cuerpo cuándo hacías las primeras prácticas y cubrías una pequeña rueda de prensa de una organización agraria que iba a organizar una manifestación y pensabas que estabas ante la noticia más trascendente del año, y te sentías afortunado porque tú estabas allí y se lo ibas a contar al mundo. Luego, con el tiempo, te das cuenta de que las noticias son cosas que sirven para ir pasando el día y que su trascendencia no deja de ser algo relativo ya que con el tiempo sólo suelen acordarse de ellas sus protagonistas y los periodistas que estuvieron en aquella rueda de prensa.

Pero a veces, una convocatoria, una simple convocatoria hace que vuelvas a sentir ese mismo gusanillo, y que de repente vuelvas a pensar que tal vez tengas algo importante que contarle al mundo, y de repente haces piña con tus compañeros y trabajas sin importante tus límites y cuando terminas te sientes afortunado, pero ya no tanto por la supuesta trascendencia de la noticia, sino porque sabes que trabajas con los mejores compañeros del mundo, los mejores compañeros con los que podrías trabajar y que, si tienes los ojos abiertos, seguirás muchos años aprendiendo muchas cosas de ellos.

Ahora sube al estrado el gallo Kiriko, se hace un silencio... y el pollo empieza a hablar:

“Buenos días, gracias por acudir a esta rueda de prensa pese a la premura de la convocatoria. Lo que tengo que decir esta mañana es que... no voy a hacer declaraciones con respecto a lo de ayer. Ah, y que quiero hacerme rastas. Buenos días”.

Y se va.

José Carlos Macías.

(Juan Carlos Rodríguez Ibarra anunció el día anterior que no se iba a volver a presentar como cabeza de lista del PSOE para la Junta de Extremadura).

sábado, 30 de septiembre de 2006

Madrid I

Sepan vuestras mercedes que caminamos por las mismas calles donde otros hombres, de carne y sangre o quizá de leyenda, caminaron antes: Lope de Vega, Cervantes, Quevedo, Tirso de Molina, Murillo, Velázquez... Todos pisaron esta misma plaza.

Piénsenlo. Recuerden vuestras mercedes Madrid, suéñenlo, porque la memoria de los que les precedieron les demandará justicia.

Madrid II










Madrid. El Madrid de los Austria,












el de Valle-Inclán,

















Larra


















y Juan Gris.












El Madrid de franquicias,












el de las obras inacabables,











el de las campanadas de fin de año,














el Madrid tumultuoso, el de calles amplias,











barrios residenciales, moles sin ton ni son.










El Madrid que también se vuelve acogedor a ratos, el que se puede patear para ir encontrando, poco a poco, lo que un día fue.

Madrid III


Ese Madrid de callejuelas, la Plaza Mayor como centro y como excusa para sentarse en el suelo, tomar un café, lanzar besos al aire.












Las ventanas con postigos,











la Gran Vía rotunda,











el Parque de las Tetas, las tabernas con vino y vermouth.
















El Madrid que es rojo de ladrillo, las tejas antiguas, la Cibeles, la Plaza de España y Don Quijote y Sancho. El Madrid desconocido para los madrileños, el clima recio, el humo, los coches.















Y el Madrid militante.

Madrid IV






La ciudad que puede, gracias a unos pocos,














transformarse en grito, en protesta y en rabia.










La que dibuja agujeros en la realidad















y piensa que todo está por hacer y todo es posible.

















La de los músicos callejeros,













los mendigos en la plaza, la depredadora, la que niega sueldos que la disfruten y techos donde guarecerse.