domingo, 30 de septiembre de 2007

Si supiera

Imagen de Renmeleon.

Escribir, siempre, es escribir una carta a alguien. Aunque después no la lea. Si supiera que no la ibas a leer nunca, te diría muchas más cosas. Podría abrirme entera, dejar que te escondieras dentro de mí, mirar tus abismos, sentir vértigo. Intentaría conjurar el miedo, el tuyo y el mío, porque me quedan pendientes un café en Madrid, ver un atardecer extremeño de los que glosó Antonio López, sentarme a la orilla de un lago al Norte, ir a un concierto, mirarme contigo en una pantalla de cine (aunque ya no repongan esa película), enseñarte las ciudades que amo, presentarte a la gente que me quiere, oírte hablar, sonreír, verte trastear por una casa (fregar los platos, hacer la cama, cocinarme); que seas, realmente, el primero en sacarme a bailar; regalarte un libro, hacer un viaje, recorrerte el cuerpo.

Imagen de equusignis.

Si supiera que no la ibas a leer nunca, te hablaría de la frustración, del desengaño y de las máscaras. De mi concepto del amor, del dolor y del llanto. De lo necesario que me eres a veces, aunque no surjas ya como un ahogo. Te contaría mis planes, te lanzaría a la cara mis verdades inmutables de un segundo y sabrías, por fin, que no tengo opinión de casi nada.

De ti tampoco. Ni de ti siquiera.

sábado, 29 de septiembre de 2007

La revolución azafrán (Myanmar)

Visten de naranja, se han rapado el pelo y caminan silenciosos a pesar de los soldados, las balas y los toques de queda. Se les unen muchos, miles, porque recuerdan que los monjes servían como intermediarios entre el pueblo y los reyes; porque protestaron contra el colonialismo británico (y los ingleses se largaron, como siempre, por la puerta de atrás), para pedir una democracia y por la subida del precio de los carburantes. No hay dinero para sanidad ni para educación. Mucha gente no puede comer dos veces al día. Los militares son caros: es una ley histórica.

La llaman la revolución azafrán, pero aún no ha revuelto nada. Tampoco revolvió nada el arresto domiciliario de Ang San Suu Kyi, que dura cuatro años, ni una dictadura militar de décadas. Sólo que ahora ocupan las primeras páginas de los periódicos, se busca un gentilicio para los habitantes de Myanmar (a los que se les sigue llamando birmanos) y se habla de los monjes y su historia. De que a las protestas se las responde con trincheras.

Dentro de un tiempo, que será poco, Myanmar pasará a ser una columna en página par a la derecha. Con ciertos temas siempre ocurre lo mismo. Idéntico comportamiento editorial para Asia que para África: las dictaduras, el hambre, algunas guerras, sólo son noticia cuando no hay noticias.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Michelena

En Pontevedra hay una librería que se llama Michelena, como la calle en la que está. Es un pasillo interminable, largo y estrecho, porque en medio de las estanterías de madera hay torretas con más libros. Aquí ensayos literarios, allí novela, allí poesía, aquí los libros en gallego, los cuentos, las revistas especializadas, el estante de Periférica casi vacío, la sección de cine, la de música, la de fotografía, la de historia... Los dependientes saben quién escribió qué, dónde está, cuántos ejemplares quedan: los ves andar de un lado a otro, con libros en las manos, leyendo en sus ratos libres, aconsejando a los clientes y dejándoles tranquilos para que, ellos también, hojeen y lean.

A mi hermano, que toca la gaita -en el casco antiguo de Cáceres, cuando va- y que aprende gallego, le gustaría montar una librería y conoce la Michelena de cabo a rabo. Recorro su biblioteca, entre Mr. Potato de La Guerra de las Galaxias, guerreros de Xi'an, grabados japoneses, katanas, hadas y recuerdos de las bodas de los amigos. Mucha poesía, mucho clásico de siglos, todo Shakespeare, mucho Quevedo, Propp, Pushkin, Las Mil y Una Noches, Quino, Séneca. Títulos imprescindibles y títulos que desconozco.

Cuando entro en una librería me da un penterre. Porque allí están: los que me faltan de Dickens -Casa desolada, Los Papeles Póstumos del Club Pickwick, La Pequeña Dorrit, La tienda de antigüedades, David Copperfield-; los que me faltan de Dumas -El Vizconde de Bragelonne a la cabeza-; los que me faltan de todos -Goytisolo, Colinas, Kertész, Grossman, Byron-. Ahí están y yo no tengo tiempo.

Atesoro libros como otros descargan películas que no podrán ver nunca. Y la vida se diversifica y compro tres manuales de fotografía porque quiero aprender a mirar a través de un objetivo y que una imagen mía también cuente una historia, y voy al gimnasio por pura y dura cuestión de kilos y sedentarismo, y voy al cine y al teatro y no hay nada que me guste más que ver a mis amigos y hablar, hablar, hablar...

Y procuro arañar el tiempo. Porque, además y lo confieso, soy de esa clase de mujeres que salen de compras cuando están estresadas (mi último estrés: Stevenson y Barrie. El penúltimo: Galeano, Wilde, Andersen y Conrad). Y espero la ocasión propicia para abrir cada uno de ellos, en silencio, pasando hojas, cerrando páginas. Y, mientras espero, porque calculo que hay unos 400 libros de mi biblioteca que aún no he abierto, sigo comprando y me da un penterre cuando entro en una librería. Porque allí están: Johnson, Arendt, Rilke, Proust, Habermas, Goethe, Cummings, el María Moliner... Allí están ellos, con sus cantos de sirena malditos, porque un día cogieron una pluma de ave, un bolígrafo, un ordenador, y emborronaron cuartillas y crearon versos y respondieron a todas las preguntas.

Y tú estás allí también, intentando resistirte, me harían falta unos zapatos de entretiempo, tengo que ahorrar para el carnet del coche, que me está costando una pasta; o para un piso algún año de éstos, o para viajar, o para ir de copas...

Y al final, piensas: qué coño.

Cada uno tiene sus vicios.

Imagen del marcapáginas de Óscar Villán. El resto está cogido de la página web de la propia librería.

domingo, 23 de septiembre de 2007

A él sí

Huele a marea baja, a ría, a dulce, a cuidado, a serenidad, morriña y tristeza. Él habla bajito, sabe dónde está y lo que quiere y que la quiere con locura. "Te gustará conocerle. A él sí" y, cuanto más le conozco, más me gusta. Me gustan su calidez, su entrega, su forma de mirarla, la expresividad de sus ojos, la media sonrisa cuando dramatiza o miente, la disposición, las manos rudas que abrazan y tocan.

No sé qué hace que dos personas se fundan. Que puedan seguir juntas a pesar de la vida individual de cada uno, que se comparte cuando se puede y como se puede. Que el amor no desaparezca: que se afiance y se pruebe y se cribe. No sé qué lo provoca pero, cuando veo a quienes acompañan a algunos de mis amigos, me alegro de que sean ellos y no otros. Me alegro de que sea él, de que sea él el compañero, el amigo, el amante. De que la búsqueda intermitente haya sido tan fructífera y de que, ahora, el amor se les pueda tocar y sea tan denso, tan palpable, tan vivo.

Imagen de Selva de Esmelle.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Te quiero

No se puede desterrar el miedo, ni la angustia de la espera, ni el deseo de (buenas) noticias, ni las elucubraciones; ni podrás hacer nada para calmar el dolor, salvo estar y abrazar, ni vencerás la impotencia ni la rabia ni la pena ni sabrás contestar a las preguntas.

Sólo escribes, como si fueran posible las palabras. Y, cuando ya sabes, quieres que diez horas y media de viaje pasen pronto y abrazarla y abrazarlos y fundirte. No vamos a calmar el dolor, porque sólo podemos hacer eso. Abrazar, decir te quiero y volver a abrazar y esperar y repetir te quiero y abrazar.

No podemos hacer nada, pero queremos estar para hacer sólo eso. Estar, abrazar, decir te quiero y volver a abrazar fuerte, muy fuerte.
Ya sabes: que no puedas respirar.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Eurobasket. Una angustia.

Cuando era pequeña, vi algún All Stars, alguna exhibición de la NBA y a Michael Jordan y a Magic Johnson, pero sólo soñé con Larry Bird. Después de él, ninguno. Iván, FLaC, David_Holm, (me) hablan de baloncesto: alguno de palabra, por pasión y por trabajo; otros escribiendo.

Vi los cuartos y la final. Me pegué a La Sexta, a su manía de hablar con todos los famosos que hay en las gradas y a sus problemas de conexión y lo único que he descubierto, además de que no aguanto a los locutores deportivos, ni sus gracias, ni sus bromas, es que aficionarse a un deporte con tanto ritmo es una auténtica angustia. Aplaudes cuando una bola naranja entra en un agujero; gritas falta cuando, milagrosamente, han cometido una -y sí es un milagro: yo no sé qué es una falta-; opinas sobre el cansancio de Pau Gasol porque ves al pobre crío sudando a chorros y con las aletas de la nariz abiertas y boqueando; te preguntas qué les dirá Pepu Hernández -sí, te has aprendido el nombre- en los tiempos muertos y descubres que en dos segundos se puede conseguir la gloria. No sólo eso: abres el periódico -"el periódico" siempre es El País- y te lees de cabo a rabo una entrevista con Calderón. Y no porque sea extremeño, que a ti eso no te importa lo más mínimo, sino porque encesta y porque todos dicen que ha sido la pieza clave.

Y te entra taquicardia.

Porque al fútbol, yo, no le cojo el punto, por más intentos de un amigo mío. Al fin y al cabo, pueden estar noventa minutos sin meter un gol. Nada que ver con un 80-63, un 92-85, un 60-59. Nada que ver con criticar a los diarios deportivos, que dedican la portada al fútbol también el día de la final España-Rusia; ni a los informativos que abren la sección con los premios que ellos retransmiten para no darle publicidad a otra cadena y que olvidan que se deben a sus telespectadores y no a su empresa -ah, la eterna lucha, como la de la nivelación- y preguntas y hablas... y te emocionas porque descubres a Ademola en un partido y así se llama un gato que te gusta y...

Y qué coño. Te fijas en otras cosas.

Porque una tiene ojos en la cara y cierta sensibilidad, ya saben, y cierto gusto estético y hasta lloró cuando vio Las Meninas por vez primera y...

Hay que ver lo bueno que está Marc Gasol.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Y llora y se desnuda

Comparte profesión y sueños con cuatro o cinco personas que ven todo de otro modo. O, al menos, eso es lo que percibe. No sabe hacia dónde van, o son ellos los que no lo saben: porque no sienten de la misma forma, ni utilizan igual las palabras, ni saben describir de qué están hechos, ni cuál es el proyecto, ni qué pieza engarza, ni a qué amores se deben. Ni a qué preguntas deberían responderse, ellos, todos.

Por eso a veces no sabe siquiera cómo expresarlo. Y llora y se desnuda.

Textos de amor en prosa para boda


Pues eso. Que necesito textos de amor en prosa para una boda por lo civil. Nada de cosas ramplonas: es para los amigos de una amiga mía, que tenía un texto precioso de Rosa Montero que no encuentra...

sábado, 15 de septiembre de 2007

El baile más antiguo del mundo

El beso, el abrazo, la caricia, el tacto de una lengua húmeda y dulce, la mirada, las manos que no saben dónde posarse, los susurros, la miel y el agua, la boca que apresa otra boca, los mapas, las yemas de los dedos, el mordisco, el ardor, la calma, los vaivenes, las palabras, la bañera y el colchón, las risas, el ruido, un gemido imperceptible, el estallido de los músculos, el reconocimiento, el cansancio, la entrega.

Me lo dijeron una vez.

Es el baile más antiguo del mundo.

A Sorrow, porque también le gusta bailar.

Imagen de 3amfromkyoto.

"Como si se lo contaras a tu abuela"

"Cuéntalo como si se lo contaras a tu abuela". Ésa es la primera consigna. Que no haya que coger el diccionario, que uses un lenguaje ramplón, muy llano, muy analfabeto. La eterna lucha entre la nivelación por arriba y por abajo. Que soy muy literaria, que ahora es un insulto; que hablo de películas como Ordet y de canciones como Hallelujah y que todas mis piezas van con música clásica.

"Como si se lo contaras a tu abuela", me repetían. La tercera vez, alcé los ojos. Y conté, yo. Que a mi abuela no la dejaron estudiar Derecho y tuvo que ser maestra, que era más acorde con eso de ser mujer. Que fue la número uno de su promoción. Que dirigió, en la sombra, alguna que otra institución educativa (el famoso fue su marido, por supuesto). Y que era roja como la sangre roja y parió nueve hijos sin instinto maternal alguno y fue invisible para todos, pero tenía una mente privilegiada que fagocitaron su femineidad y su época. Por este orden.

Y que, desde que comencé a trabajar, eso es lo que hago y no otra cosa. Contarlo como si se lo contara a mi abuela.

Imagen de Héctor_LP.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Otoño

Llega el otoño y llegan las lluvias. Es mi estación favorita del año, la única que saludo y me espolea. A los demás les causa la primavera el mismo efecto, pero yo renazco cuando todo muere. Hubo un tiempo en que el inicio del año lo marcaba septiembre. Luego comencé a contar las ciudades: ellas eran mis épocas. Pero siempre el otoño me revuelve, siempre lo agita todo: la luz amarilla, el ocre de los árboles, las hojas caídas a montones, el olor a tierra mojada, comenzar a abrigarse, la primera tarde en casa leyendo con la lluvia golpeando los cristales, los relámpagos tardíos, la tormenta, la niebla.

Bienvenido, otoño.

A Nerea, como siempre.

(Y sí: ya sé que aún estamos oficialmente en verano. Pero hoy llueve en muchas partes).

Imagen de Panos_r.

martes, 11 de septiembre de 2007

El final de dos meses

Hoy he vuelto a pasear por la Alcazaba. Cuando me fui, todavía estaban las banderolas del Festival de Teatro Clásico y la ciudad me ha parecido desnuda. En estos meses, ha habido un reencuentro, alguna bronca y muchas palabras. Aquí un reportaje, allí una crónica, un cierre, una entrevista. Algunas buenas charlas cuando se pulsa el botón de Stop, que me llevo yo y nadie más, muchas miradas, el descubrimiento de la danza como conciencia de un cuerpo que se niega, El Novio de la Muerte, muchas comilonas, alguna obra infumable de la que no he querido hablar aquí (pero sí en comentarios de otro blog) y gente que entra y sale de tu vida sin tiempo para más y que son atrayentes por el humor, la claridad, la inteligencia. Ahora echaré de menos ver a un tipo que va a ser padre y que imita a Cesc Gelabert y el movimiento abstracto; las sonrisas de los niños cuando se les cuentan mitos; poner verde a ciertas divas sin más oficio ni beneficio que ser tuertas en un país de ciegos; acostarme a las cuatro de la mañana; preguntarle a Tiresias su opinión y confesar que no quiero volver a ver una obra de teatro en, al menos, dos meses. Lo que sí quiero son los encuentros rápidos, las risas, probarle los micros a Luismi, sentir un cosquilleo en el estómago por el estreno de una obra, los descubrimientos, sentirme chiquita. Y el vino.
¿Nos vemos el año que viene?

Imagen de Capitán Patata.

viernes, 7 de septiembre de 2007

No sé si te han contado...

No sé si te han contado alguna vez cómo se abre una mujer. La asfixia que se nota de golpe, los nervios concentrados en el centro, la sensación de que caes, de que te estás cayendo, y no hay asidero alguno al que agarrarse, cómo se nota la humedad dentro, cómo resbalan los líquidos, cómo notas que están bajando, que eres agua caliente, que la única parte de tu cuerpo que reacciona y que se mueve es esa agua que quiero que te bebas como si hubieran pasado siglos desde que la tomaste por última vez.


Eso sucede cuando la excitación es lenta. Pero hay veces que un estímulo acelera el pulso y en un segundo vuelves a ser agua densa, jugo espeso, y notas que tus piernas se abren porque tu sexo se abre, que quiere partirte por la mitad y el sexo abierto te duele, y no lo calma un dedo, porque necesitarás dos, al menos, metidos dentro, o una lengua lenta y profunda que repte despacio, o un sexo duro, terriblemente duro, también mojado, entrando, saliendo, embistiéndote, y no existen los brazos, ni las piernas, ni la espalda, sólo nosotros, clavados, moviéndonos, intentando acoplar ritmos, tus ojos muy abiertos, tu boca dentro de mi boca, mi boca dentro de la tuya, el baile más antiguo del mundo, el instinto, la mente ocupándose de los centros, del movimiento de los músculos, de apresar todo lo que se mueve, y se escurre, del calor que cubre el cuerpo, del peso que me aplasta mientras entras y sales y me quemas y me llenas y vuelves a beberme...

El cuadro, por supuesto, es de Modigliani y el texto primigenio se lo escribí a Adúlter, pero alguien me hizo cambiarle un par de palabras...

De un mundo raro

Llevo once años utilizando Internet y he visto de todo. Pero todavía me asombra. Quizá porque utilizo en la red las mismas reglas que en la vida que llaman real: no miento, no juego, voy de cara. Alguno puede parecerme un gilipollas, pero me cuidaré mucho de decirlo, porque hay otros métodos. Tampoco hago juicios sumarísimos. Eso sí: me fío de mi intuición, que no me falla nunca. La intuición me sirvió una vez para advertir a alguien sobre una chica que le perseguía (aparentemente feminista, culta, inteligente, progresista y una fiera en la cama. Todo, aparentemente) para que, ocho meses después, me reconociera cuánta razón tenía. Son once años, decía, y me he encontrado a gente de toda ralea.

Los hay que se emocionan y comienzan a preguntarte, a la cuarta charla, si te gustan los críos -que no, que no me gustan-. Los hay que te llaman amor, preciosa, princesa, wappa, mi vida o hasta cielo. Los hay que te cuentan la historia que deberían narrarle a un psiquiatra. Y los que te mandan privados para darte el Messenger, porque se lo dan a todas las tías que se encuentran en determinados foros de Internet, para insultarte a la segunda charla y decir que eres tan fundamentalista "como siempre". Palabras textuales, oigan. "Como siempre", a la segunda charla. Que a saber la imagen que se han formado de ti, o las expectativas que tenían.

Supongo que es un riesgo de Internet, o de escribir. O de mi forma de escribir. Pero no sé hacerlo de otra manera. Me he negado, durante años, a utilizar emoticonos, porque pensaba que el tono de mis palabras se entendía. Aunque las frases cortas suenen contundentes. Aun hoy, sólo uso tres, habitualmente: el de rubor, el de incredulidad, el de broma. Y no siempre. Lo curioso es comprobar cómo la imagen que uno da escribiendo y la imagen que de él se tendría hablando puede ser tan distinta. Cómo pueden desaparecer la ternura, la dulzura o la comicidad, sólo porque tú tienes un estilo y poco tiempo. Después llega el asombro y el saber que no vas a cambiar las formas. Y al que le pique, que se rasque. Pero que no venga jodiendo.


Imagen 1: Internet Map, de Sam Campos.

Blogs que brillan

Me han dado dos premios. Bueno, el premio es el mismo, pero como son dos y soy así de chula, he decidido que tengo nada más y nada menos que catorce blogs para elegir... El premio es al Blog que Brilla. He visto muchos por la red: al blog solidario, al blog que hace pensar... y supongo que los habrá al más creativo, al más sexy o al más intrascendente... A mí me lo han dado Suntzu y Arwen.

Suntzu me lo ha dado por estas razones: "porque me gusta cómo escribe, lo que escribe, cómo lo cuenta y cómo lo siente. Porque compartimos la afición a la lectura y el amor por los libros y la palabra escrita. Y porque me inspira".

Y Arwen por estas otras: "porque me sigue asombrando cómo escribe, todo lo que sabe y la forma tan natural que tiene de moverse por el mundo blog, como por la vida. Podría decir que el motivo oculto es porque es mi amiga, pero mentiría. El motivo oculto es lo mismo que el políticamente correcto, pero me alegra que sea mi amiga".

Ahora yo, para corresponder, tengo que copiar las reglas... Y elegir. Ahí vamos:

1. Escribir un post exhibiendo el premio, citando el nombre del blogger que te lo concede, con un enlace al post en concreto. Primera base cumplida.

2. Elegir a siete bloggers que se han destacado por ser gente que ha demostrado alguna vez su carácter chisporroteante o efervescente; avisándolos vía mensaje en su blog. Segunda base cumplida a medias: hay gente a la que leo, pero a la que no le comento, porque son lo suficientemente populares en la bloggosfera o porque no me da tiempo... pero a la que, sin duda, me daría vergüenza escribir un mensaje para decirles que les he dado un premio. Así que, si me disculpan, esta base no la cumpliré del todo.

3. Dar dos razones por la que se lo das. Primero la oficial y políticamente correcta y después la razón oculta e interesada que te lleva a darle ese premio. Cuanto más morbo, mejor.

4. Modificar el nombre del premio, su imagen y las normas a tu antojo. Yo he creado uno de lo más cursi, con muchas tacitas de café, porque creo que un blog es, muchas veces, eso: la posibilidad de tomar un café con los que no están cerca. Al menos, así creé el mío y así lo mantengo. La segunda imagen que se ve es la oficial.


Mis siete elegidos (primeros) son:

1.- Una nueva piel.- Porque, cuando era Odandud me pidió que redactara un blog para que ella pudiera espiarme. Vivíamos en países diferentes y no nos comunicábamos tanto como nos hubiera gustado. Porque escribe como Diso, porque sus palabras siempre me inspiran, porque me enseñó lo poquito de Periodismo que sé, la forma de moverse, de acercarse y de mirar; la manera creativa de comenzar un texto. Porque tengo la suerte de estar a su lado y de haberla encontrado, hace siete años, en su primer Sur. Y porque es uno de los pilares fundamentales de mi vida.

2.- Memorias del Viejo Tercio del Búho.- Porque sabe a piratas, a mar, a combate, a duelos verbales, a vino en una taberna y hay mil textos de mil amigos diferentes a los que no conozco, pero que me son muy cercanos.

3.- En Busca.- Porque es cierto: ella siempre está buscando. Porque me hace descubrir cuán diferente es una persona cuando habla que cuando escribe y, porque escribe, yo puedo conocerla más y mejor. Porque me gustan sus tacones. Y porque, sí, también es mi amiga.

4.- Y total... ¿pa' qué?- Porque jamás me había reído tanto con un blog. Porque es cómica, divertida, amena, culta, inteligente. Porque escribe maravillosamente bien. Porque enseña Literatura y se cree lo que enseña. Y porque, desde que no me funcionan los feeds RSS de su blog, es casi el único en el que entro todos los días.

5.- El Blog de Jotacé.- Posiblemente sea uno de los más visitados de la red, y no me extraña. Me lo descubrió un amigo hace ya mucho tiempo y, desde entonces, me tiene enganchadita. No es sólo por las imágenes de cómics que saca. Es que, además, redacta de lujo y es de lo más jocoso que se puede encontrar por ahí. Y no hace falta entender de superhéroes para seguirle.

6.- Descalza.- Porque me encanta y porque me paso los días esperando que actualice... Me gustaría tener su imaginación, pero qué se le va a hacer...

7.- Herederos de Tantamount.- Porque es imposible averiguar a qué se refiere casi nada de lo que escribe, pero cada día me asombran más sus imágenes -todo el mundo le pregunta de dónde las saca- y sus letras.


La segunda tanda, del segundo premio...

1.- Ideas brillantes.- Porque descubrí, hace pocos días, ni me acuerdo cómo, estas ocurrencias de un cuarentón y me las bebí enteras... Me parecen fantásticas, así que os las recomiendo. Claro que recomiendo todos los blogs a los que estoy premiando, que para eso es este meme...

2.-El Mundo de Hojalata.- Porque es inspirador hasta el descaro. Y porque hace viajes a lugares donde yo también quiero ir.

3.- Dos o tres cosas interesantes.- Porque me arregla mis desperfectos con el código html. Porque habla de cine, de viajes, de su ciudad, de libros, de mascotas y de sí misma con una sinceridad que pasma. Porque es una de esas amigas, desde hace un par de años, a las que veré algún día para compartir un montón de cafés. Y, sobre todo, por este post que es mío.

4.- Mujer on constant sorrow.- Porque donde está, hace frío. Por la sensibilidad. Por tener siempre la palabra justa, la palabra precisa, la palabra adecuada.

5.- Reflexiones de la emigrante.- Porque descubro, en él, a una mujer interesantísima que habla de todos los sucesos de su vida, incluso de los malos, con una jocosidad que dudo yo que tuviera si viviese en un entorno tan hostil...

6.- Tamaruca's Calling.- Ahora mismo, porque me tiene en ascuas. Hay más razones: la principal, que es un encanto...

7.- Pura Tura.- Porque, aunque me funcionen los feeds RSS (y eso que llegan con un día de retraso), es el otro blog en el que entro a diario. Me descubre libros de los que no he oído hablar en la vida... aunque a mí me gusta más, precisamente, cuando no habla de libros.

Me he quedado al menos otros catorce más en el tintero. Pero se me haría muy largo el mensaje si los pongo todos ahora, así que ya volveré...

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Ahí te va

Deseo

Imagen de Jeroen Willekens.


Quiero poner mi boca
a un palmo de tu ombligo.

¿El último que ha escrito?


Imagen de Julio Cortázar de aquí.

I
Mi madre, en El Corte Inglés:
-Perdone: ¿Rayuela, de Julio Cortázar?
-No me suena... ¿De quién?
-Julio Cortázar.
-No sé... No es muy famoso, ¿no? Si me puede decir lo último que ha escrito...
-Se murió en 1984.- Lo dijo ladrando, lo sé.

Media hora después, en casa, contándolo: "Y encima se acerca una tía rubia con un abrigo de visón -y yo preguntándome de dónde me vienen a mí ciertas fobias- y le dice: "¿Alguna de Danielle Steel?" y ésas sí que las conocía. Que digo yo que si van a trabajar en la sección de libros, por lo menos que les den un barniz".

Antes se hubiera escandalizado. Será la edad, pero ahora con estas cosas se pone triste.



II


Imagen de Mario Benedetti de Rodolfo Fucile.



Yo, en la Librería Pizarro, de Almería:
-Perdone, ¿los Cuentos completos de Mario Benedetti?
-No sé. ¿Has mirado en Infantil?


Este mensaje es una respuesta.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Un año menos.

Imagen de Madrid de R. Durán.

Llegó con palabras, que es como llega casi toda la gente interesante que me gusta. Mensaje va, mensaje viene, nunca respondía a los míos, pero nos buscábamos... "¿Quieres mi messenger?", le pregunté. "Llevo dos horas hablando contigo. ¿De verdad crees que no quiero?". De eso hace casi dos años. Durante este tiempo, me ha demostrado muchos días, muchos, dónde está, sin que haga falta una mirada, un abrazo, un apretón de manos. Es un tío paciente, sabe cómo suavizarme y cómo tocar y de pronto me descubrí sintiéndome traidora si no le contaba qué ocurría. Me hace reír, me hace vibrar, me frustra y me serena.

Imagen de Sevilla de unlittleangel.

Es inteligente hasta el descaro; tiene un temple que ya quisiera yo para mí, pero no es una persona fácil. Yo tampoco. A veces se asusta, porque soy expresiva. Pero hay mil cosas que no le digo. Como que me gustaría seguir sabiendo dónde está. Que me gustaría haber sabido a tiempo qué regalarle. Que me gustaría saber.

Imagen de Melilla de angelrm.

Hacía mucho tiempo que no me ocurría. Que no conseguía con nadie esa conexión al minuto, esa tranquilidad, el reconocimiento, la calma y la entrega. No sé qué lo provoca, nunca lo he sabido, pero me da igual. Me hace hablar. Me despierta. Me muestra lo que soy. Me excita. Yo no hago, para él, ni la mitad. Tampoco es que se deje. A veces me basta. Otras no. Pero hoy le escribo, sin saber qué decirle del todo, porque quiero regalarle palabras. Quiero regalarme.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Cumpleaños

Creo recordar que, hace diez o doce años, se lo escribí en un libro de Girondo. O en cualquier otra parte: "Para Karmen, que me enseñó a volar". Por esas fechas le escribí una carta, 42 folios por las dos caras, a la que ella contestó con uno, porque no hacía falta decir más. Intento escribirle, pero todo lo que recuerdo de mi relación con ella es tan íntimo que no voy a publicarlo en un blog. Porque ha habido mil ritos (tardes de compras por Sevilla, mil cafés, desayunos, desahogos psicológicos, cañas, copas, patatas en el McDonald's, cines), pero los ritos no son lo importante. Descubrirme que estaba enamorada cuando antes muerta que admitirlo, por ejemplo. La capacidad de superar ciertas crisis, cierto coqueteo, ciertas broncas. Lo de volar.

Y nada. Que tengo ganas de un café con ella. Grande, como el de la foto. Y de mirarla y de contarle y de reírme. Y de no decir nada porque no hace falta.

Feliz cumpleaños, mi vida.

Imagen de alfonso015.