martes, 29 de mayo de 2007

Lealtad. O fe.


-A ver si hacéis la carta ya.
Desde hacía años, sólo me regalaba libros de Antonio Gala, que escribe muy bien y del que me encantan sus artículos, pero bastante menos sus novelas. Así que puse, bien grande: NADA de Antonio Gala. Y, debajo, algunos autores más: Elias Canetti, Hanna Arendt, Alejandra Pizarnik.
El día de Reyes, después de abrir los regalos, me mira muy serio, cae en la cuenta, comienza a ponerse colorado (señal de que se está cabreando). Y me pregunta:
-¿De quién es Nada?
-¿Qué?
-Que de quién es Nada, que quién escribió Nada...
-Carmen Laforet, ¿por?
-¿Y tú por qué me dices que es de Antonio Gala?
-Yo no te he podido decir jamás que Nada lo haya escrito Antonio Gala.
-¿Cómo que no? ¡Me lo pusiste en la lista! ¡Nada de Antonio Gala!
-Coño, papá... ¡Que no me compraras nada de Antonio Gala!- le miro: "Dios", pienso:- ¿Tú no habrás ido por ahí...?
-Pues claro, he dado vueltas por todo Badajoz buscando Nada, de Antonio Gala... Y así me decían: "Pero, ¿está usted seguro?"-se ríe-. Y yo: "Sí: me lo ha dicho mi hija, y mi hija entiende mucho de literatura y, si dice que Nada es de Antonio Gala, Nada es de Antonio Gala".
Le agradezco la fe.

2 comentarios:

Suntzu dijo...

Ellos son así, por suerte.No sé qué hubiese hecho de mi vida sin la fe y el apoyo de los míos.

Isabel Sira dijo...

Me he reído muchísimo, pero no de tu padre, si no de la cara de él y de los de las librerías. Tienes que darle un abrazo de mi parte, no creo que mis padres tengan esa fe ciega. ¡Si hasta el año pasado seguían extrañándose de que escribiera como un periodista, cuando leían mis artículos!