jueves, 31 de enero de 2008

Hasta aquí

Hacía tiempo que me rondaba la cabeza, también a mí, pero tampoco me decidí a hacerlo nunca. Y tengo hoy buenas razones para hacerlo.

Una, que la amistad es un animal que muerde cuando ha muerto, como dijo no me acuerdo quién, y yo me cansé de morder.

Dos, que desde que perdí el anonimato maravilloso de la red, no escribo de lo que me apetece o tengo en la cabeza la puta paranoia de que soy, más o menos, un medio personaje público en una comunidad autónoma que es un patio de vecinos. Que no sé quién mandó a no sé quiénes a publicar mi nombre y apellidos y enlazar mi blog así, a descubierto. Que una cosa es mi trabajo y otras mis desequilibrios. Y que a mí la escritura me sirve de terapia y que esto nació para que me espiaran los colegas que están lejos y no por motivos "profesionales" o de "publicidad", que me la traen un poco al pairo porque no tengo ambición ninguna más que divertirme todos los días con lo que hago.

Así que, como Doodd es más prudente que yo, le copio la idea. El jueves 07 de febrero se hará privado esto. Y mira, así me evito los trolls y la visita del Xtro que cada vez que puede me dice que soy una egocéntrica frívola. Eso que gano. Yo gano en tranquilidad y él se queda sin juguete.

No me sé los correos de todos, así que me escribís, si gustáis, a olgagordi@gmail.com y yo os doy acceso. A la gente de DXC ya les mandaré instrucciones varias que no voy a publicar aquí. Hace falta una cuenta Google, que ahora son públicas, así que no hay mucho problema.

Los comentarios los tienen abiertos, para lo que gusten. Ah, no me habléis de la libertad y de los espacios de libertad y esas cosas. Que soy mayorcita.


Añado, que creo que me explico muy mal. QUIEN QUIERA SEGUIR LEYENDO, QUE ME ENVÍE UN CORREO ELECTRÓNICO A olgagordi@gmail.com. Por cierto, que nadie se dé por añadido: si no recibo correo, no añado.

Estoy recibiendo mil correos despidiéndose: y no me voy. Sólo restrinjo el acceso.

viernes, 18 de enero de 2008

Cuéntame un cuento...

Quiero que me cuentes un cuento antes de dormir. Que tu ombligo se confunda con mi espalda, que te arrebujes entre las sábanas y comiences a hablar despacito, hasta que yo me duerma, si es que duermo. Uno con final feliz y principio alegre, en el que se mezclen la conversación, la risa, esa intimidad que se logra a veces con un desconocido, el sentimiento de abandono que se produce cuando se le cuenta a alguien lo que nunca antes habías querido decir.

Invéntate un cuento, anda. Invéntate un cuento con mucha nieve y viajes solitarios y una pizca de pasión y de torpeza. Porque no dejamos de ser torpes nunca. Somos torpes en relaciones en las que querríamos parecer perfectos y no hacemos más que transmitir lo peor de nosotros mismos. Somos torpes en el trabajo, que a veces es una ciénaga, y en el resto de las parcelas de la vida, porque ninguna supone un remanso de paz completo. Dame un abrazo, uno fuerte, templa mis cosquillas, procura ver la manera en que te escucho, esa manía tan rara de esperarte, todo lo que no puedo decir por incapacidad y por vergüenza y el alma que se me escapó porque no creo que exista.

Cuéntame un cuento. Uno que abarque todos los yoes que eres.

Imagen de Vanesa Pérez Millón.

jueves, 17 de enero de 2008

José Luís Peixoto

Tiene mil piercings en la cara, un tatuaje en el que pone Yoknapatawpha y a Rulfo y Lobo Antunes metidos en la entraña. Hace 33 años que camina por el mundo, piensa que la vida es lo único importante, pero sólo habla de la muerte. Y habla de hechos íntimos también -la despedida definitiva de un padre, el nacimiento de un niño- con la calma que da el saber que los sucesos se conocen. Demostró, hace poco, que, en cuestión de literatura, si no sales en El País, no eres nadie, pese a que lleves once años publicando. Me dice que no se puede explicar el amor: ni siquiera el que profesa, a base de palabras, por alguien que pintó el Sur de Estados Unidos y que a él le recuerda al Alentejo. Me dice también que el dolor es incontable, en sentido estricto, y que no puede haber pudor alguno en narrar lo que todo el mundo siente, ha sentido o sentirá. "Yo sólo soy un hombre". A mí me lo mostró, y me lo tradujo, Sonia, en aquel tiempo en que todo el amor del mundo no fue suficiente. Ayer estuve un rato con él. Y se me olvidó pedirle un poema.

Imagen de Adriana Freire.

sábado, 12 de enero de 2008

Cantará su canción y se irá.


Me entero por Suntzu. Busco en Google, porque no me lo creo. No puedo creérmelo, a pesar de que lo lea, en las noticias de los periódicos digitales y en otros blogs. Ha muerto Ángel González. Ha muerto Ángel González. Ha muerto Ángel González.


No me hace falta releer ninguno de sus poemas, porque me sé varios de memoria. Ni recordar su voz rasposa y pausada. Ni mentar al tiempo que no me dejará -a él sí- entrevistarle. Ni contarle a nadie, porque ya lo hago aquí, que me he puesto triste y he querido escribirlo.


Ahora andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas.


(El verso del título no es de Ángel González, por cierto: es de Whitman).

jueves, 10 de enero de 2008

Contra el tiempo

Leo contra el tiempo y a veces no sé muy bien por qué. No podría dar ninguna explicación: sé cómo empecé -tengo una madre que compraba libros y cómics cuando enfermábamos- pero no podría decir qué lecturas me llevaron a otras, por qué voy buscando todos los libros de Dickens que puedo y por qué me atraen títulos extraños. Cada vez apunto más nombres en la lista de autores que me quedan (Proust, Stendhal, Goethe, Chateaubriand, Milton, Schiller, McCarthy, Pynchon, O'Connor). También apunto películas, cuadros, ciudades, calles, museos. Voy andando a tientas, saltando de un lugar a otro, asombrándome por la manera que algunos tienen de juntar las palabras, de estructurar una historia, de lograr la lágrima y la risa, la expectación, una gota de sudor o la excitación más animal. Quiero ir a Londres sólo para buscar ciertos barrios y para constatar que son mejores en mi imaginación, aunque yo los imagine esbozados apenas. He navegado en alta mar por aguas que ni siquiera existen, he montado a caballo mil veces y siempre he sido el caballero que se bate en duelo y nunca la doncella que le espera muerta de miedo y amor pero sin defenderle. También he sido una loba sensata, he asistido a no sé cuántas ejecuciones y he vengado una estancia en prisión. Me esperan otras novelas de espadachines, un viaje por el arte africano, un campo de concentración y una nueva carrera por las orillas del río Mississippi.

Leo contra el tiempo y siempre sé que el tiempo nunca será suficiente.


Imagen: Mujer leyendo, de Fragonard.

domingo, 6 de enero de 2008

Ya han llegado los Reyes

Y no sé si he sido buena o no he sido buena. Pero han llegado cargaditos...


Unos pendientes preciosos, negros, elegantes; un collar, un bolso gris con flores bordadas (nada cursi, muy bonito. Lo digo por lo de las flores); calcetines para estar en casa calentita y para salir a la calle a cambio de la manta, el disco de María Malibrán, de Cecilia Bartolli y una espada. Una espada preciosa de cuando Aragorn no era rey sino montaraz y andaba por los bosques. Lo que no sé es cómo colgarla en qué trozo de pared de mi cuarto...

Vertigo, el mismo Vertigo de DXC, un tipo culto, inteligente, irónico y asombroso, me mandó por correo El segundo sexo, de Simone de Beauvoir. Nunca se lo agradeceré lo suficiente: ni la confianza, ni el detalle, ni ese estar pendiente ni lo que me hace aprender cada vez que le leo. Pero ha habido más libros: de Dumas -Los tres mosqueteros, Veinte años después, El Caballero Héctor de Saint-Hermine-; de Dickens -Cuentos de Navidad, Casa desolada, Los papeles póstumos del Club Pickwick-; de Umberto Eco -Historia de la fealdad-; de Robert Louis Stevenson -La hechicera y otros cuentos; Historias escocesas-; de Sor Juana Inés de la Cruz y una antología de poesía andalusí y otra de Francisco de Quevedo y dos poemarios de Juan Gelman -Sidney West y otros poemas y Anunciaciones-. Y La Aventura de los Polos. E Historia Mundial del Arte -un tochazo impresionante y buenísimo-; Historia del Arte en España; e Historia del Arte Celta (es que me ocupo de cultura en mi área de trabajo y tengo unas lagunas digamos que inmensas, por ser fina); Tumbas, de Cesc Noteboom; El mal absoluto, de Pietro Citate y África Negra, que recoge las tribus de África, con textos y fotos. Y La Conquista de los Polos. Y un atril para libros bonitos. Y cien eurazos que me servirán pamicuerpo. Es decir, que no me lo voy a gastar en necesidades primarias.

Y por fin, después de quererlo durante no sé cuántos años, el Diccionario de la señora doña María Moliner.

Ya lo dije en Evocaciones: la Navidad en mi casa siempre ha sido una biblioteca.

viernes, 4 de enero de 2008

Queridos Reyes Magos:

Nunca pensé que resultaría tan difícil escribir una carta con un plazo definido. Es día 3 por la noche, acaba de llover, tengo tabaco en los pulmones y sé bien qué necesito. Lo que desconozco es si ustedes -la única razón por la que me gusta la monarquía- podrán hacer algo con eso.

Sigo pidiendo una manta para los días de frío, porque a medida que crezco, las que tenía no me llegan. Los nuevos afectos, ya saben, lo reducen todo a un café y ningún plan. También quiero que se me acabe el medio tarro de esperanza que les pedí hace siete años: ya no me hace falta, pero no mengua. Y que ninguna persona vuelva a convertirse en un fantasma inútil y que sepa ver quién y cuándo comienza a jugar con lo que soy y lo que siento; que sepa verlo antes de haberme abierto lo más mínimo: no quiero malgastar decepciones ni lágrimas ni me apetece agotarme dando vueltas en laberintos.

Pero, sobre todo, lo que quiero es tiempo y condiciones. No me salen las cuentas: o me voy a vivir sola -que lo necesito-; o me compro un coche -que estaría bien haberme gastado 3.000 euros para nada-; o viajo -que me apetece-. Las tres cosas juntas no. No les voy a pedir una lotería (aunque ahí va la idea): sólo tiempo y condiciones y allá se las averigüen. Porque, además, y eso sí lo saben, tengo varios -y caros- vicios.

Qué más... Prudencia. Un poco de prudencia. Un poco de eso que se llama "morderse la lengua". Un poco menos de irritabilidad ciertos días (esos días). Un poco de voluntad.

Todo eso. Porque lo de la paz en el mundo y el fin del hambre y las guerras y... no les corresponde a ustedes. Eso es en otra ventanilla, ¿verdad?

El cuadro es de Durero.