miércoles, 29 de agosto de 2007

Sin finales

Me estoy volviendo experta en historias inconclusas. No en historias acabadas, que sería un consuelo, porque uno puede superar, medianamente, todos los finales -la muerte también, o te suicidas-, sino en historias de puerta abierta, cuyos discursos acaban por no tener significado alguno. Comencé a los 25, con un tipo que me regalaba cuadros y poemas y que jamás ha quedado con nadie a quien hubiera conocido por Internet. Porque la vida real es mejor, aunque yo no las distinga, y porque tuve la desgracia de encontrármelo en un foro, que si me hubiera topado con él en el metro, podría haber tenido la oportunidad de escucharle la voz y la risa, de tomarme un café a su lado, ver un atardecer extremeño, ir al cine o darle las gracias. Nunca sabré por qué no hizo excepciones. Seguimos hablando, no se nos olvidan las fechas importantes, tardó un año en decirme su nombre y, desde hace siete, ir a Madrid es pensar en una persona a la que jamás veré. De vez en cuando aún manifiesta la osadía que no perdió diciéndome que nunca se sabe. Pero yo sí lo sé, porque hay cosas que han de hacerse a tiempo para que no pierdan todo el sentido.

Lo mejor es que después duele menos. Si llega alguien igual ya no importa tanto, o importa por el recuerdo, por la sensación, que no se va, de no haber aprendido nada en siete años. Al final eres tú mismo quien se da la explicación que no recibió, la única posible, y es que nunca importaste, más allá de unos correos apresurados o de una charla por Messenger. Lo mejor es que después duele menos y a veces ni duele.

No duele tampoco cuando se aventuran las razones de una desaparición abrupta, las heridas de quien rompe la cadena por el eslabón más débil. Y agradecerías una llamada, un hola qué tal, un lo siento, un no puedo, un ya sabes que no puedo. Pasaste por una vida, la descolocaste un segundo que duró casi dos años y, de vez en cuando, quieres intentarlo: mandar un mensaje, llamar tú. Pero te vence el respeto por otra decisión. Por otra persona que no espera que hagas nada, ni siquiera una noche de borrachera móvil en mano porque hace siglos que no te emborrachas. Su poder era elegir y yo lo sabía y lo acepté, aunque a veces me quede la sensación de que he sido una prueba, o un juego. Ya: nunca fui un buen soldado.

Del próximo que llegue, sabré cuándo empieza, pero espero dejarle claro que pretendo, si no es mucho pedir y sin afán de molestar, oiga, que tenga la decencia de decirme por qué acaba.


Imagen de Madrid: imagonovus.
Imagen de Almería: jlmieza.

17 comentarios:

Tamaruca dijo...

Supongo que cuando a un sitio no se piensa volver, no debe importar demasiado marcharse sin despedir. O quizá, si se tiene alguien de quien despedirse, se le quiten a uno las ganas de marcharse. O también puede que sea una de esas cosas que carecen de explicación.

Un abrazo fuerte, Excusa.

Regina dijo...

Joder, Sarm, es como si lo hubiera escrito yo. Con otras circunstancias algo diferentes, muy parecidas a las tuyas, pero parece una radiografía de lo que yo diría en estos momentos. Es casi la primera vez que entiendo (comparto, siento, empatizo con, etc.) al 100% lo que escribes en el blog.

:D

Juan Carlos dijo...

Pues nada, hagamos un club, porque yo también me identifico al completo.

Unknown dijo...

Acaba porque nada es eterno. COmo dice mi abuela: "ninguno nos vamos a quedar aquí pa simiente de rábano". ¿Conoces algo que no haya acabado o no vaya a acabar (en cualquier ámbito)? Lo importante es siempre el durante, a veces un poco el antes, pero el después nunca tiene importancia. A veces dar explicaciones es muy doloroso y por eso es mejor no darlas. Presente de indicativo es el único tiempo real. Lo demás o es pasado (agua pasada no mueve molino) o futuro o condicinal (que se mueven en el amplísimo espectro de la elucubración).

M dijo...

Una cosa es que te digan porque se acaba y otra, que tenga sentido...

Supongo que este tipo de reacciones ponen de manifiesto como actua cada uno.

B x C

Juan Carlos dijo...

Aunque no tenga nada que ver con el post. Al final me quedo este fin de semana en Plasencia, ni Valencia, ni Almería, ni nada... Así que nos vemos unaexcusa.

Marc dijo...

Está claro que significabas poco para él, eras como un complemento, sustituible y prescindible.

Quizás, ya no tuviera mucho sentido una despedida o una explicación, que por otra parte, creo, no te iba a parecer satisfactoria.

Saludos

GLAUKA dijo...

¿Para qué quieres saberlo? Lo único importante de algo que se acaba, entonce,s es eso: que seacaba.
Luego con el tiempo queda el recuerdo, pero el proqué ... ni siquiera el otro lo sabrá.

Yo tampoco soy buena soldado, la verdad, pero ¿para qué ser bueno soldado? Mejor así niña, mejor así, con todos tus sentires tuyos, podrás ir rebozando con ellos a quienes vienen pero, al irse, se van desnudos, creéme, el reboce emocional es tuyo y contigo se queda, asique la capacidad es tuya, otro vendrá que bueno le hará ;).

Un beso.

Isabel Sira dijo...

Hay despedidas dolorosas, pero duelen más las desapariciones inesperadas, inexplicadas, incomprensibles porque la unión tampoco fue explicable...
Y es peor un final que no es tal porque no sabes si es un hasta luego, un 'vuelvo en un rato' o si es una partida definitiva, un 'ya no te necesito' o no te quiero a mi lado o los mil y un motivos más por los que alguien decide apartarse de tu vida.
Espero que te repongas, nada digo de quien se fue, porque quien sea tampoco se atrevió a decir nada...

UnaExcusa dijo...

Tamaruca, pues supongo que tienes razón. Si no se piensa volver, para qué te vas a despedir...

Dood, si las historias inacabadas al final nos afectan a todos. Y me encanta que lo entiendas y lo compartas...

Juan Carlos, por las especiales características de mi(s) historia(s) me pido presidenta de honor...

FLaC, vale. Bien. Pero una razón. No hablo de historias acabadas sólo. Sino de hechos inacabados. Tampoco he dado mucho dato, pero son eso. Falta de explicación para cosas que en teoría deberían haber sucedido.

Viuda, sí que tienes razón... Sentido no tiene ninguno. Te lo aseguro yo. Excusas muchas, pero sentido...

Glauka, no quiero saber por qué se acaba: eso ya lo sé. Lo que quiero saber es la razón de ciertas decisiones unilaterales. Pero sí: la que se reboza soy yo...

Arwen, eso es lo que pasa: que no se sabe si un "nunca" es "nunca" o quiere decir "tal vez". Pero me quedo con tu última frase: "Nada digo de quien se fue, porque quien sea tampoco se atrevió a decir nada..." Panda de cobardes...

Juan Carlos dijo...

No sé. Deberiamos convocar elecciones... cuando quieras empezamos la campaña

UnaExcusa dijo...

Huy, habría que contar demasiadas intimidades para esta campaña. Te cedo el puesto... los primeros seis meses.

Regina dijo...

Qué de verdades hay en los comentarios de esta entrada. De veras.

UnaExcusa dijo...

Dood es que me rodeo de gente muy auténtica...

Anónimo dijo...

Vae victis, Una Excusa... Pero yo siento que a pesar de todo hay cosas que merecen la pena, sobre todo porque en esta guerra sólo hay víctimas si uno lo permite.

Ya sabes: lo que no mata hace más fuerte, y me da que tú no estás ni cerquita del otro barrio.

Abrazos.

UnaExcusa dijo...

Sí merecen la pena, Sorrow. Y no hay vencidos: sólo hay realidades. Que a veces pasa que el silencio es lo que mata las palabras que se dijeron antes.

Anónimo dijo...

Y tanto...