Noviembre y la memoria
Noviembre siempre ha sido mi mes favorito, porque todo ha comenzado siempre en otoño y porque el otoño es siempre el inicio del año, aunque las etapas tengan nombre de ciudades. Noviembre comenzó, sin melancolía alguna, pero con una memoria nueva y recuperada, una memoria que hacía mucho que no se manifestaba tan bien, tan contundentemente, tan determinante y tan preciosa. Porque ha pasado mucho tiempo de todo, tanto tiempo que ni me acordaba y, sin embargo, ayer volvió todo al principio, el primer día del mes más hermoso del año, por los significados, el aire amarillo, las hojas ocres, la calidez del alma cuando fuera hace frío pero no importa. Ayer tuve un cuerpo, tres cabezas, tres memorias, tres pares de ojos, dos pares de ojos que me miraban y me reconocían y uno, el mío, que se perdía en bailes, en miradas verdes y marrones, cuatro manos que me tocaban y una sensualidad voluptuosa que sólo recupero con dos personas, que hacía mucho tiempo que no recuperaba con dos personas y por eso volvió la memoria y me sentó muy bien que volviera porque hacía más de un año la había perdido y ni siquiera supe darme cuenta. No fue el alcohol, pero también actuó, porque jamás he bebido tanto, pero no tengo resaca, pero estoy muy bien, aunque mi estómago se queje a ratos, muy suave, y la boca me sepa a un tabaco que no paro de fumar a pesar de todo... Y aunque la cabeza rebobine, y me asuste, porque me acuerdo de cada instante y no perdí el control, pero me dejé llevar y me dejé llevar mucho y me sentó muy bien tener tres cuerpos y seis brazos y seis piernas y tres bocas que cantaban y un par de hombres pendientes de mí, riéndose conmigo, jugando conmigo y a mi favor. Me sentó muy bien, tan bien que ni me lo creo, aunque volveré a recordarlo muchas veces.
Me sentó tan bien que podría haber seguido así horas, quizá días, yo borracha, Javi borracho, Keko borracho, mucho vino, muchas copas, mucho abrazo, mucho alcohol, canciones en las que nos fijábamos, letras que dolían pero que tampoco importaban, un mundo de tres que era abarcable y que se desvaneció de madrugada, presente que ya sólo es pasado y que duró un instante. Pero tuve tres cuerpos y hacía tiempo que no estaba tan cómoda en el mío. Keko, Javi y yo, los tres juntos, tenemos un rollo muy bueno, muy sexual pero muy cachondo, muchas bromas pero muy sensual y nunca llega la sangre al río, pero nos reímos mucho y hacía más de un año que no teníamos una noche así. Hacía mucho tiempo que no abrazaba a Keko, hacía mucho tiempo que no me reía tanto con Javi, hacía mucho tiempo que no bailábamos, hacía mucho tiempo que no me mimaban los dos, mano a mano; hacía mucho tiempo de tantas cosas que se me habían olvidado y ayer recuperé la memoria.
2 comentarios:
Tropiezo con tus palabras por una carambola, como suele ocurrir con frecuencia en estos casos. Y como precisamente la memoria acaba de regalarme una jornada deliciosa, he disfrutado de tu texto doblemente.
Un gustazo descubrir tus letras.
Gracias.
Yo es que cuando leo algo tan íntimo, me da tanto corte que no sé qué decir. Así que mejor enmudezco...
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