Navidad
Me gusta la Navidad. Es toda una declaración de principios, porque a los modernos, cultos e intelectuales no les gusta la Navidad. Pero a mí sí, desde siempre. Y deseo Feliz Navidad a todos y feliz existencia y feliz año nuevo, lo mismo que doy la bienvenida al otoño (aunque sólo se la dé a una persona). Me encantan las luces horteras por las calles, el olor a castañas asadas, los preparativos, poner un polvorón para los Reyes Magos en la mesa y los zapatos debajo del sillón (el agua para los camellos ya pasó a mejor vida), escuchar villancicos de niños repipis por la calle y rescatar los del folclore extremeño, en castúo, y el rito (paterno) de cantar Las Doce Palabritas, porque tardamos años en aprenderlas y hay quien todavía ni se las sabe. Y los mariscos de una vez al año, las zapateiras, la llegada de los que viven lejos, preparar la cena, sacar el vino, comerse las uvas sin piel ni pepitas, quedarse otro año en casa (o ir a casa de Raquel) en Nochevieja porque yo no pago 8 euros por cubata de garrafón en ningún bar porque no me da la gana (y además ningún año tengo ropa apropiada que ponerme para la ocasión ni me la voy a comprar). Y la Noche de Reyes, así en mayúscula. Comprar los regalos, gastarte una pasta (que este año sí tengo, menos mal), madrugar ese día... Y esta vez será de lujo, porque dormiremos todos en casa después de años sin estar juntos.
Así que Feliz Navidad.
Imagen de Thomas Nast