lunes, 26 de junio de 2006

Olga

Es de noche, como tantas otras noches que vinieron después en Melilla. Olga y yo paseamos por las calles vacías. Nos desgasta el ritmo diario de jugar a ser periodistas pero ninguna de las dos se quiere ir todavía a casa porque no podemos parar de hablar, de divagar un poco más. Bienvenidos los argumentos y cómo refutarlos. Llegamos a la plaza y nos sentamos en un banco para seguir hablando. Aunque no nos conozcamos de nada, nos sentimos muy a gustito. La confianza surge así, a veces.

Acabamos de encontrarnos y ya nos hemos puesto densas, nadamos profundo y nos hemos contado los sueños y las desilusiones. Las respectivas raíces. Qué coño hacemos una noche como ésta, en esta ciudad. Cómo hemos llegado a esta tierra intermedia...

No recuerdo gran cosa de aquella conversación, apenas que los niños viajan a la luna con la literatura, las niñas con los cómics y la sensación de haber encontrado a una amiga (“el que va contigo, el que comparte el pan”, me explicaría después). A alguien que es capaz de no tener en cuenta los desvios, los tambaleos, la distancia. Por mucho que le duela y quisiera tenernos un poco más cerca.Ahora que estoy regresando poco a poco a esa tierra de frontera, revisito los caminos y me acuerdo de ella.

De cómo abrió las puertas de su (vuestra) casa. De los versos de Galeano y Benedetti, de su intensidad, su desmesura. De Jandro, el yonkie y tantas otras historias.... No la he vuelto a ver pero puedo visualizar su foto a lo Maruja Torres, las mías con Levante, aquella noche en las rocas con Ángel, el Luci, hasta Susana, la guardia civil y los emigrantes... Reconozco su capacidad para unificar y reunir. Me quedo con sus amores sindicalistas, mis libros robados, el poder de las mamadas. Su capacidad para abarcar aquella isla. Cómo todo sonaba a confidencia, a experimento, a forja. Cómo todo sabía a té moruno.... Mmmm, aquella hierbabuena!!. Aquellos bocadillos de pan tomaca y los crepes de chocolate que nos metíamos las dos siempre en el mismo bar....

Es Olga, la de la dieta eterna.... Olga, alma de bar. Y es que ella ha ido dejando uno –o más- en cada sitio por el que ha pasado. Construyendo hogares. A base de conversaciones, coca colas y un espacio para la creación. Es su mundo. Búscala ahí alguna vez si quieres encontrarla. Escribiendo. Por que ella es, sobre todo, una palabra escrita. A mano en un cuaderno con tinta azul o en el ordenador. No sólo recopila frases, versos y párrafos de escritores de los que nunca he oido hablar sino que bebe de la gente, la toca y la transcribe. Transforma la vida en pura literatura.

Dice de mí que le inspiro, que se anima a palabrear más y mejor cuando me lee, pero nadie me ha retratado como ella lo ha hecho varias veces. Aunque mis pensamientos estén desordenados y salte de una intención a otra, consigue captar el mensaje y lo descifra para mí.

Cuando ahora leo ciertas cosas en su blog, siempre le pregunto a quién le está pasando tal o cual cosa porque ya sé que esa historia tiene nombre, rostro y está cerca de ella. Es la única persona que conozco que, de inmediato, nombra a sus amigos. Mari Carmen, Nerea, Pupe, Carmelo.... y tantos otros del espacio sideral que se me escapan.... Antes me extrañaba esa identificación tan veloz pero ahora me agrada por que pienso que esa es la manera que tiene de mantenernos cerca. Después de tanto movimiento, ha ido dejando muchas raíces plantadas.... y ella es de las que le gusta sentir a sus amigos cerca por que son también una especie de hogar.

Por eso, te busca y nunca deja que te vayas del todo. Aunque hayas estado dos años sin verla u oirla, no permite que la distancia entorpezca el reencuentro. La conexión inmediata. La felicidad. Es fácil, de nuevo, exprimir los recuerdos, las experiencias, los amigos. La risa.

Olga simboliza aquella noche y aquella plaza. Un abrazo instantáneo. La fluidez, la intensidad de la contingencia que acaba revelándose perenne. Siempre presente, a pesar de la distancia temporal y física. A pesar de mi propensión natural a desaparecer, ella nunca deja que me aleje. Consigue que la eche de menos, que resuciten los versos y las canciones que nos mantienen atentas la una a la otra, a nuestras respectivas evoluciones. Que desee buscar de nuevo una plaza, algún desorden alimenticio y una nueva borrachera de palabras sobre los caminos.

Sonia.

Iba a escribir algo sobre mis treinta. Pero éste es el mejor regalo que me han hecho hoy...

4 comentarios:

David dijo...

Y pedazo regalo. Algo como esto emocionaría a cualquiera. Cuanto amor desprenden esas palabras...

UnaExcusa dijo...

Me quiere mucho, eso sí es verdad...

Isabel Sira dijo...

Yo lo leí en su blog y pensé eso, que qué pedazo regalo...Y me sentí egoísta, porque siempre te pido columnas y nunca te las escribo yo, pero ya sabes que mi punto flaco es escribir de los demás, nunca lo hago porque nunca me parece lo suficientemente claro, lo suficientemente bien escrito para lo que el otro se merece.
De todas formas, ya sabes a quien acudo cuando quiero poner los pies en el suelo...

Suntzu dijo...

Así da gusto. Puedes estar contenta de tener en tu vida a gente que te quiere tanto, que te recuerda y te siente de esa manera.

Como diría Salinas: [...] Morirse/ en la alta confianza/ de que el vivir mío no era sólo/ mi vivir: era el nuestro. Y que me vive/ otro ser por detrás de la no muerte".