domingo, 5 de noviembre de 2006

Cotidianeidad

Ahora no me hace falta un inventario de motivos contra la desilusión. Aunque seguirían estando, si lo hiciera, el mar de Caria, y los cafés a destiempo, y los libros. Puedo sentir que tengo las riendas, poco a poco, sin gritarlo mucho (no vaya a ser que se desboque). Hago planes. No me privo. Disfruto. Me dejo acunar. Ha llegado el otoño. Con su chocolate fundido, sus castañas asadas, su lluvia intermitente, los charcos, el frío, el brasero, las mantas de sofá, el edredón calentito; el rito de sostener, entre las dos manos, una taza de café; las charlas somnolientas, la noche interminable, las hojas caídas. Llega noviembre, el mejor mes del año, porque anuncia muerte y renacimiento. Porque cumple un ciclo. Porque ya no recuerdo qué hice el resto de los noviembres de mi vida, pero sí las sensaciones, mojarme con las primeras lluvias, buscar un refugio...

4 comentarios:

David dijo...

Me alegra que tengas este sentimiento de ilusión. Yo en cambio estoy en medio de un momento de vacío, de sopor. Noviembre no es que sea mi mes del año favorito. Desde hace unos años siempre tengo un bajón anímico.

Isabel Sira dijo...

A mí el otoño siempre me deja un poco decaída, incluso este año en el que tendría motivos para estar contenta. Es la espera, el impasse del ahora que me deja sin poder hacer planes y mirando la vida pasar, como diría Alaska, pero con un ojo puesto en el lugar en el que acabaré (otra vez).
Además, este otoño asturiano es de los más raros que he vivido, con un calor increíble y un sol casi desconocido en estos lares. Lo único que me recuerda que estoy en otoño son las hojas ocres caídas en el campo de San Francisco, cerca del cual tengo la suerte de vivir. Yo creo que es el sitio por el que Woody Allen dijo que Oviedo es una ciudad de princesas (o algo así), y más ahora, con una exposición de fotografías que irrumpe entre los fantasmagóricos rayos de sol que dejan pasar los árboles entre sus ramas.Estás en Oviedo y visitando el mundo a través de otros ojos.
Es cierto,el otoño es bonito, pero también triste, aunque sepa que a quien quiero está cerca.

Tejesombra dijo...

A mí también me agrada el otoño, al igual que el invierno. Todo lo que no sea sol y calor a todas horas es genial. Frío, bueno. Calor, malo.

No soy capaz de establecer una relación lógica entre otoño y alicaimiento, pero lo cierto es que a mí también me pasa. Es una sensación agridulce. No sé como expresarlo. Supongo que es lo que siempre digo: si no duele, es que estás muerto.

¡Ah!, como veo que nadie se anima ya sigo yo con la canción...

...La tarde que se adormece
parece
un niño que el viento mece
con su balada en otoño.

Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento
y a veces viento.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.

Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.

Si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.

Entonces, olvidando
mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.

Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada en otoño.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados...


Ouch.

PS: me parece detectar cierto tono positivo (incluso optimista) en las últimas entradas del blog. Me alegra, aunque te alejes de mi bando ;Þ

Jorge VF dijo...

Me alegro de que todo vaya mejor, a ver si puedo decir yo pronto lo mismo.

Un abrazo, a ver si me paso más a menudo ahora que estoy en casa.